Proliferan los grupos asilvestrados.
Me refiero a esos mozalbetes que no están sometidos a tutela alguna y pululan por ciudades y pueblos a su libre albedrío sin supervisión de nadie, y no solo en patinete, también andando o corriendo, chocándose a propósito con las personas a su paso. Se multiplican rápidamente y suelen ir en grupos.
Conozco a más de una víctima que ha sufrido un accidente al ser arrollado por uno de esos incontrolados en patinete, y desde el suelo el accidentado le ha gritado. Y lo único que ha recibido del agresor es «un saludo», haciéndole una peineta. Nadie le ayudó, solo una persona que había sufrido un atropello similar dos días antes y por el mismo sitio.
Pongamos que hablo de Sevilla, un lugar muy conocido donde está ubicado el Estadio Sánchez Pizjuán. Se chocan contigo y salen a toda velocidad dejándote en el suelo.
Ayer mismo uno, con raqueta incluida, asomando el mango de la mochila al pasar, le dio un golpe en la cabeza a una señora que se quejó del dolor, pero que no recibió ni una disculpa.
Ante la frialdad de los transeúntes, esto es lo que tenemos y quizá lo que merecemos.
La inseguridad está creciendo, si no, nos controlan a nosotros, los que vivimos aquí. ¿Cómo van a controlar a los que vienen, sin norma alguna de otros países?
Aquí tenemos normas y, por cierto, más que nunca, prohibiciones que en otro tiempo no existían, por pura lógica, y ahora están en boga.
Les encanta someternos y si no cumples, pagas. Esta mezcolanza de siglas y partidos, tensando las cuerdas, nos están haciendo ver claramente esa falta de profesionalidad, pues todos desean el poder para saciar su avaricia.
Actúan como pollos descabezados y continuarán dando bandazos. Y a quien le toque, que se aguante, y que pague, sea por lo que sea. Pero, a pagar y calladito, que además te pueden cargar los intereses.
Qué bien hemos aprendido a mordernos la lengua y convertirnos en sus víctimas. Han logrado hacer que añoraremos otros tiempos.
¡LIBERTAD, LIBERTAD SIN IRA LIBERTAD!
¡Y LES CREÍMOS!
Y nos retrata muy bien la canción de Gloria Laso, que decía:
«Eres tonto muchacho tú eres tonto
y en tu casa lo tienen que saber.
Porque aquí estamos hartos de saberlo.
Eres tonto y qué le vas a hacer».