El conflicto entre palestinos e israelíes alcanzó una tensión sin precedentes tras la incursión armada de Hamás en Israel el 7 de octubre, y la posterior respuesta del ejército israelí. El grupo islamista, que controla la Franja de Gaza, lanzó un asalto coordinado con cientos de misiles y ataques en el sur de Israel, dejando más de mil muertos y alrededor de 200 secuestrados.
Israel respondió con una ofensiva masiva, con bombardeos aéreos, incursiones terrestres y un bloqueo total sobre Gaza. El saldo ha sido devastador, ya que van más de 60.000 muertos y ciudades enteras reducidas a escombros. Es la última escalada de un conflicto largo, sangriento y sin solución visible, que ha marcado a Medio Oriente durante más de siete décadas.
Ante un enfrentamiento tan complejo como este, BBC News ha recogido las respuestas a una serie de incógnitas que todos nos hacemos, para poder entender mejor el conflicto.
Se remonta el origen al movimiento sionista, que a comienzos del siglo XX buscaba crear un Estado judío ante el antisemitismo en Europa. En ese tiempo, Palestina, bajo dominio del Imperio Otomano, estaba habitada mayoritariamente por árabes. Con la Primera Guerra Mundial, el territorio pasó a manos de Reino Unido, que administró la región en medio de promesas contradictorias a árabes y judíos.
Las tensiones crecieron durante la inmigración judía y los enfrentamientos entre comunidades. Tras el Holocausto, la presión internacional aumentó. La ONU propuso en 1947 dividir el territorio en dos Estados, uno judío y otro árabe. Los judíos aceptaron, pero los árabes no.
Aunque el 14 de mayo de 1948, se proclamó el Estado de Israel. Al día siguiente comenzó la primera guerra árabe-israelí, que redujo drásticamente el territorio palestino. Para los palestinos fue el inicio de la Nakba (‘catástrofe’), con 750.000 personas que huyeron o fueron expulsadas.
Israel amplió su dominio en conflictos posteriores, como la Guerra de los Seis Días (1967), en la que ocupó Gaza, Cisjordania, Jerusalén Oriental y los Altos del Golán, desplazando a cientos de miles de palestinos.
Para el judaísmo, esa es la Tierra Prometida a Abraham. A lo largo de los siglos fue ocupada por múltiples imperios, como los asirios, romanos, árabes, cruzados y turcos otomanos. Tras la Primera Guerra Mundial, el Mandato Británico de Palestina legitimó un ‘hogar nacional judío’, según la Declaración Balfour de 1917.
Después del Holocausto, el respaldo a un Estado judío creció. La ONU, en 1947, aprobó la creación de Israel y un Estado árabe separado, con Jerusalén bajo administración internacional. El plan nunca se aplicó, pero Israel declaró su independencia en 1948 y fue admitido en la ONU un año después.
Tras la guerra de 1948, Palestina quedó dividida entre Cisjordania (controlada por Jordania) y la Franja de Gaza (administrada por Egipto). En 1967, Israel ocupó ambos territorios. En 2005 se retiró de Gaza, aunque mantiene su bloqueo por aire, mar y tierra.
Desde 2007, Hamás gobierna Gaza tras expulsar a Fatah, la facción secular que controla la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en Cisjordania. Hoy, ambos territorios están separados política y geográficamente.
Hubo intentos. En 1993, la OLP e Israel firmaron los Acuerdos de Oslo, donde los palestinos reconocieron el derecho de Israel a existir y renunciaron al terrorismo. A cambio, se creó la Autoridad Nacional Palestina.
Sin embargo, los acuerdos excluyeron temas clave como Jerusalén Oriental, los asentamientos israelíes y el retorno de los refugiados. La paz nunca se consolidó. Hamás, además, nunca reconoció a Israel.
En 2012, la ONU reconoció a Palestina como ‘Estado observador no miembro‘, lo que le dio mayor representación diplomática. Sin embargo, no existe como Estado soberano pleno.
En 2025, ante la grave crisis humanitaria en Gaza, Francia, Reino Unido, Canadá y Australia anunciaron su compromiso de reconocer oficialmente el Estado palestino.
Israel es un aliado estratégico y militar de Estados Unidos, que le otorga miles de millones en ayuda anual. El apoyo se debe también al lobby proisraelí y a la simpatía de la opinión pública estadounidense.
Con Donald Trump, la relación se estrechó aún más: reconoció a Jerusalén como capital de Israel y promovió acuerdos de normalización con varios países árabes.
Los palestinos, en cambio, cuentan con apoyo político limitado. Irán, Siria y Hezbolá son sus principales aliados regionales, mientras que China y Rusia se ofrecen como mediadores.
Israel tendría que aceptar un Estado palestino soberano, levantar el bloqueo sobre Gaza y frenar la expansión de asentamientos. Los grupos palestinos, por su parte, deberían renunciar a la violencia y reconocer a Israel.
Además, se necesitarían acuerdos sobre fronteras, refugiados y Jerusalén. Pero la realidad en el terreno, con la ocupación prolongada, el crecimiento de los asentamientos y la división política palestina, hace que la paz parezca cada vez más lejana.
Jerusalén, ciudad sagrada para tres religiones y símbolo de identidad para ambos pueblos, sigue siendo el epicentro emocional y político del conflicto. Ningún pacto duradero parece posible sin resolver primero su futuro.