Llantos de consideración hemos expresado muchos españoles ante el exilio de dos ministras tan relevantes, que sostuvieron sin parpadear los ministerios de igualdad y el de la agenda 2030, con su correspondiente desarrollo sostenible. El Presidente de Gobierno, que tan ajustadamente se pliega a las leyes y repara en la valía de los que están a su servicio, no ha tenido la suficiente cordura esta vez para reconocer su meritaje.
Conociéndolo, sabíamos que no nos dejaría huérfanos de prodigio y nos ha sorprendido en esta legislatura con el nombramiento de una ministra de juventud e infancia (debería llamarse de infancia y juventud, por orden cronológico) a una señora que llama incultos y fascistas a quienes señalan a Lenin como uno de los más grandes asesinos de la Historia. Todavía se enoja con más ímpetu frente a los que no saben que Chávez fue un regalo que los dioses dejaron caer en una Venezuela decadente: es incomprensible que, tras él, los venezolanos huyan en masa buscando el martirio de los capitalistas.
Podemos estar tranquilos: la niñez y juventud de nuestros hijos está en buenas manos.