Hoy: 27 de noviembre de 2024
Un perro con hambre, si excede su tiempo de supervivencia, está a punto de convertirse en lobo. Así pasó con el pacífico labrador de un amigo, que se le escapó y estuvo dando vueltas por la sierra hasta que encontró unas ovejas pastando dulcemente, en “prado de verduras de flores esmaltado”, y se lanzó hacia ellas sin remedio. Después de oler la sangre y bebérsela, el animal ya no era el que todos conocíamos; de la misma manera que en horas veinticuatro pasó Lope de las musas al teatro, el labrador se transformó, de dulce en asesino.
Hay que ir con cuidado. Ya lo ha advertido la vicepresidenta primera del gobierno en Sede Parlamentaria: ¡”Cuidao”!. Porque cuando se tiene hambre de carne o de poder, se enseñan los colmillos y rápidamente viene detrás la dentellada. Que, al estar poseídos de angustia o de impotencia, pueden escribirse y ejercitarse cosas como las que ya escribió Miguel Hernández ante la dolorosa muerte de su amigo: “Quiero escarbar la tierra con los dientes, / quiero apartar la tierra parte a parte / a dentelladas secas y calientes”.
“¡Cuidao!”, que de perro a lobo hay un pespunte.