No diga desayuno, diga ‘breakfast’, y si va al gimnasio no corra: el ‘running’ es más fino tengamos o no un ‘coaching’

21 de septiembre de 2023
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Por una vez estoy de acuerdo con Rufián: nos preocupamos tanto del catalán que olvidamos que el problema del castellano es el inglés.
Pinganillos, en el Congreso de los Diputados. /E.P.
Por una vez estoy de acuerdo con Rufián: nos preocupamos tanto del catalán que olvidamos que el problema del castellano es el inglés, que se lo está comiendo. Otra cosa es que la traducción del catalán, gallego y vasco en el Congreso no me parezca una prioridad

En este país de circo asisto perplejo al espectáculo de las jugadoras de la selección nacional de fútbol (y después me explico) o al uso de la traducción de las lenguas cooficiales en el Congreso, como avance de la amnistía para los golpistas del procés y el referéndum de independencia, por quedarnos en los dos ‘asuntillos’ que nos ocupan en las últimas semanas lejos de los tipos de interés en la hipotecas disparados, la inflación desatada, el precio de la cesta de la compra imposible para los humanos, los combustibles con ocho semanas de subidas ininterrumpidas y hasta la deuda pública en niveles de máximos.

Y eso sin hablar del desempleo, del mileurismo y de otras bobadas que al ciudadano ni le preocupan ni les afecta. Total, los científicos de la Universidad de Brexinters han descubierto que se puede comer del aire y vivir alojado entre las nubes.

Jamás pensé admitir en público que alguna vez le daría la razón al Rufián, señor Gabriel y portavoz de Esquerra en el Congreso, pero es que tiene razón el parlamentario charnego ‘indepe’ cuando advierte de que tanto nos preocupamos de que se hable o no el catalán que olvidamos que el inglés, los anglicismos consentidos, se están comiendo literalmente el castellano como una plaga que lo va cubriendo todo.

Basta con fijarnos en la publicidad en el transporte público o en la televisión en la que vemos perfumes, electrodomésticos o actividades para practicar en el gimnasio, cartelería de bares, restaurantes o tiendas de regalos, anuncios para viajar, programas de orientación, decoración del hogar, prestaciones de nuestro nuevo coche… Parece que nuestra vida últimamente se hace, se piensa y se programa en inglés.

Ya sabe que ahora no desayunamos, ahora es un ‘have breakfast’, y si vamos a comer o cenar en realidad se trata de ’take a meal’.

En donde hay un mundo infinito es el gimnasio (‘gym’ para hablar en propiedad), así que si tenemos la opción de hacer al aire libre ‘walk’, ‘running’, ‘footing’ o ‘jogging’, que viene a ser en cristiano andar, caminar ligero o correr, pero que dicho así y bien pronunciado debe de parecer más interesante, o adentrarnos de lleno en el ‘gym’ para que el ‘crossift’, ‘bodyflex’, las ‘sit-ups’, ‘pushups’ o ‘ring rows’ nos cambien la vida.

Puede que nuestra empresa nos envíe a un curso de ‘training’ en el que aprendamos a ser buenos ‘coach’ en el que por supuesto habrá ‘break in’ antes del ‘lunch’ en el que lo normal es que tengamos ‘we had soup and salad’, ya sabe, cositas ligeras para estar atentos al ‘work plan’. Y qué les cuento si nos metemos en las cosas del internet y la informática. Ese es un universo paralelo en el que, confieso, no entiendo nada de nada porque hasta las claves y contraseñas son ‘password’ y otras cosas raras.

Rufián citaba expresiones como ‘check-in’, ‘coaching’ o ‘coworking’, porque como ya se sabe ahora no lleva eso de ‘voy a registrarme en el hotel sino ‘voy a hacer el ‘check-in’, ni los conceptos de ayuda personal o de orientación. En fin, podríamos seguir así ‘non stop’ todo el día y parte del de mañana porque la plaga se ha extendido tanto que debería preocuparnos y ocuparnos.

Eso no quita que lo de la traducción del catalán, gallego y vasco en el Congreso me parezca una soplapollez no urgente ni importante. Un gesto para la galería, puede, pero un gesto inútil porque pongo la mano en el fuego a que los mismos que se ponen el pinganillo para oír a su colega diputado vasco después habla con él en castellano en la cafetería de la Cámara y en cualquier reunión de trabajo. ¿En qué lengua se entendieron la vicepresidenta Yolanda Díaz y el prófugo Puigdemont cuando lo visitó en su residencia belga? ¿En inglés?, ¿en catalán? ¿en arameo?

Ma parece que estamos en el postureo, en la apariencia de las cosas y en prodigio de lo absurdo cuando deberíamos sentirnos orgullosos de tener por lengua al segundo idioma más hablado del mundo, sin que eso suponga ignorar al catalán o al vasco que forman parte de la riqueza cultural de este país. ¿Por qué se convierte en un anatema la convivencia?

El problema es cuando los usamos como armas políticas y herramientas de confrontación, cuando no de discriminación social en el mismo país en el que conviven o deben hacerlo. Se está cometiendo la estupidez de impedir que un niño de Cataluña aprenda español al mismo tiempo que el catalán, y que se inocule el desprecio por la historia y la cultura españolas. ¿Quién gana con eso? ¿El muchacho? Creo que no.

Lo de las jugadoras de la selección femenina no me ha parecido edificante. Me parece oportuno que se promuevan cambios en los estamentos deportivos tras lo acontecido con Rubiales, pero tal y como se han llevado las cosas me ha parecido un chantaje a la institución. Los cambios llevan su proceso, sus tiempos y habrá que ver de qué cambios hablamos, tanto de personas como de reglamentos. No se pueden imponer de un día para otro y amenazar con no acudir a la selección.

El patán de Rubiales cometió errores y debía marcharse, pero quiero esperar a que la justicia se pronuncie y saber si hubo o no beso consentido. Todo el mundo lo da por hecho, pero que yo sepa no hay todavía una decisión judicial firme más allá de dos versiones diferentes. Es lo que se llama presunción de inocencia, aunque en este caso la cacería ha sido tan brutal que le llueven rayos y centellas a quien se atreva a pedir saber con certeza lo que paso. Que lo digan al jugador Carvajal, del Real Madrid…

La vicepresidenta Díaz y las ministras Belarra y Montero lo acusan de agresión sexual. ¿No son ellas las mismas que promovieron y defendieron la ley del ‘solo sí es sí’ que ha rebajado las penas de cientos de agresores sexuales?…

Es un asunto muy complejo y que nadie crea que defiendo a Rubiales lo más mínimo. Me pareció zafia y grosera su ‘tocada de huevos’ en el palco y su ‘piquito’ con la jugadora Hermoso, inapropiado. Creo que es un buen momento para erradicar el machismo de instituciones que se han gobernado bajo su capa durante años, pero que se haga bien porque debe ser para siempre. ¿És molt demana?

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