Con más de 28 millones de seguidores en TikTok y 9 millones en Instagram, Nicolle Figueroa se ha convertido en un referente de las redes sociales en Latinoamérica. Pero detrás de los filtros y las tendencias virales, la influencer salvadoreña ha decidido hablar con franqueza de algo que pocas veces se muestra: la salud emocional de quienes viven expuestos a la pantalla.
Nicolle reconoce que la presión por mantener una imagen perfecta genera ansiedad e inseguridad. Por eso, desde sus inicios en 2020, optó por mostrarse real, compartiendo también los momentos difíciles, los días sin maquillaje y los pensamientos que suelen quedarse tras bambalinas en la vida digital.
Para Nicolle, mantener espacios privados es una prioridad. Sabe que no todo debe compartirse y que proteger su intimidad ha sido esencial para evitar el temido burnout. Este autocuidado incluye desconectar, disfrutar de su familia y evitar que los comentarios negativos definan su autoestima, según una información de G.Pacheco para Excelsior.
Figueroa también ha abierto un espacio en sus redes para hablar de salud mental. Temas como la ansiedad, el estrés o la autoexigencia forman parte de su discurso, no desde un pedestal, sino desde la experiencia real de quien también se ha sentido vulnerable frente al escrutinio constante.
Además de ser creadora digital, Nicolle es madre y empresaria. Conciliar estos roles la ha llevado a priorizar y a apoyarse en una red cercana y real, lejos del mundo virtual. Para ella, el autocuidado ya no es opcional: es la base de su estabilidad y ejemplo para miles de jóvenes que la siguen.