El capo siciliano, autor de decenas de asesinatos, fallece a los 61 años de un cáncer sin arrepentirse de nada
Matteo Messina Denaro, el último gran capo de la mafia siciliana y fugitivo durante tres décadas, ha fallecido a los 61 años debido a un cáncer. Se encontraba en el hospital de L’Aquila después de que lo trasladaran allí desde la prisión el pasado enero, cuando su cáncer era irreversible. Su muerte llega sin remordimientos ni revelaciones sobre su carrera criminal.
A principios de mes, su salud se deterioró y recibió cuidados paliativos bajo estricta seguridad. Se le suspendió la alimentación siguiendo su voluntad.
Fue arrestado en enero mientras recibía tratamiento oncológico bajo el alias de Andrea Bonafede. A pesar de los interrogatorios y traslados, nunca colaboró con la justicia ni confesó sus secretos.
La historia de Matteo Messina Denaro y su desafío a las autoridades
Durante su larga huida, se mantuvo cerca de su hogar en Campobello di Mazara, a pesar de ser el objetivo de búsqueda más destacado de Italia durante muchos años. Su huida cuestionó la eficacia de las autoridades y su influencia en la mafia se mantuvo.
Messina Denaro encarnó la era más aterradora de la mafia en Italia, marcada por el poder desmedido de los capos, asesinatos y ataques a figuras estatales, periodistas y patrimonio cultural.
Aunque se alcanzó el punto máximo en las décadas de los ochenta y noventa, su liderazgo sanguinario continuó siendo una amenaza. Su arresto puso fin a una época en la que la mafia sometió al Estado italiano y dejó un legado de violencia que incluyó atentados a figuras como los jueces Falcone y Borsellino, así como al general Dalla Chiesa en 1982. Su responsabilidad en al menos medio centenar de muertes, incluyendo mujeres y niños, refleja la brutalidad de su reinado.
A lo largo de su vida criminal, Messina Denaro se benefició de tres esferas de protección: altos funcionarios y políticos, negocios rentables como enlace empresarial y el respaldo de médicos, abogados y proveedores de servicios bajo la “burguesía mafiosa”.
Su comunidad nunca lo traicionó, considerándolo un benefactor. Su legado persistirá como un recuerdo de una época oscura en la historia de Italia.
Despiadado y paranoico
Los testimonios sobre Matteo Messina Denaro, quien ingresó a prisión por primera vez en enero, lo describen como un mafioso implacable, más astuto y cauteloso que otros, al borde de la paranoia para no dejar rastros. Tras su detención, Italia se dividió entre los que creían que fue arrestado y los que sostenían que se entregó voluntariamente. Respondió tranquilamente cuando le preguntaron su nombre al detenerle.
No obstante, Roberto Scarpinato, un juez siciliano con experiencia en el caso de Messina Denaro, recordó un inquietante episodio previo a su captura. Giuseppe Graviano, otro capo mafioso, envió a un hombre a la televisión para anunciar que Messina Denaro estaba enfermo y dispuesto a entregarse a cambio de una negociación secreta que beneficiaría a otros padrinos condenados a cadena perpetua por atentados.
Denaro perteneció al clan de los corleoneses y fue heredero de Totò Riína y Provenzano. Nació en 1962 en Castelvetrano, pero abandonó la escuela temprano, lamentando no haber estudiado más. Optó por seguir el camino del crimen organizado, siguiendo los pasos de su padre, un capo local. A diferencia de otros capos, nunca formó una familia tradicional, aunque mantenía lazos familiares en su círculo más cercano.
Por otro lado, su hermana Patrizia, arrestada en 2013, era su mano derecha y representante en reuniones de clanes, encargándose de extorsiones y comunicaciones. Detuvieron a su sobrino Francesco en ese año y en marzo arrestaron a otra hermana, Rosalía, acusándola de gestionar la contabilidad y las necesidades económicas de su hermano durante su clandestinidad. Además, distribuía órdenes mediante pizzini, papelitos usados por mafiosos.
Messina Denaro tuvo una hija a quien apenas vio y que reconoció legalmente durante su prisión. Ella lo acompañó en sus últimos días.