España y Alemania han acordado iniciar un “diálogo” para buscar una solución sobre la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera en la Unión Europea, uno de los compromisos alcanzados entre el PSOE y Junts para la investidura de Pedro Sánchez. El anuncio se produce en un momento de máxima tensión política, con el partido de Carles Puigdemont amenazando con romper su relación con el Gobierno si no se registraban avances en esta materia.
El comunicado conjunto, difundido tras un encuentro en Bruselas, señala que ambos países trabajarán para encontrar una fórmula “aceptable para todos los Estados miembros”. Alemania, que hasta ahora se había mostrado reacia a modificar el reglamento lingüístico de la UE, parece haber suavizado su postura, ya que hasta septiembre el canciller Olaf Scholz había descartado apoyar la propuesta española durante su reunión con Sánchez en La Moncloa.
En aquel momento, el dirigente alemán argumentó que los avances tecnológicos, especialmente la Inteligencia Artificial, podrían hacer innecesarios los intérpretes. “Gracias a la IA no necesitaremos intérpretes. Vamos a poder entender y hablar en todos los idiomas de la UE”, dijo entonces Merz, dejando entrever que la oficialidad de las lenguas regionales no era prioritaria. Sin embargo, la cita del Consejo Europeo en Bruselas ha permitido reabrir el tema y avanzar hacia un acercamiento político.
El movimiento diplomático del Ejecutivo español tiene también un evidente trasfondo interno. Junts, socio clave del Gobierno, había advertido de que pondría fin a su apoyo parlamentario si no veía progresos en el reconocimiento de las lenguas cooficiales. El partido incluso convocó una reunión en Perpiñán para decidir su posición y amenazó con consultar a su militancia sobre una posible ruptura con el PSOE.
Aunque el acuerdo con Alemania no implica todavía el reconocimiento formal del catalán, gallego y euskera como lenguas oficiales de la UE, sí representa un gesto de apertura que podría aliviar temporalmente la tensión entre el Ejecutivo y Junts. La respuesta del partido de Puigdemont será determinante para medir si este avance simbólico es suficiente para mantener la estabilidad del Gobierno de Sánchez.