Qué frustración se siente al ver a grandes estrellas del cine de los años ochenta que actualmente se están exponiendo, trabajando en películas de estreno, intentando mostrar su mejor cara, después de largas ausencias.
De ahí nuestro asombro, al verlos ahora, sin un seguimiento de sus cambios físicos, en virtud del paso del tiempo.
No es muy agradable verlos ahora, sería mejor que continuasen en nuestra memoria, conservando esa imagen de sus mejores tiempos.
Teniendo en cuenta, que lo que nos ofrecen ahora en sus nuevas películas son actuaciones bastante mediocres.
Verlos ahora cómo están nos hace recordar cómo nos hicieron soñar y creamos sin querer una comparativa, casi sin darnos cuenta.
Aquellas actuaciones y sus primeros planos, llenos de belleza, que nos enamoraron a todos, logrando que nos sintiéramos protagonistas, dentro de la historia que representaban en la pantalla.
Ahora nos muestran sus actuales imágenes, en toda su ya decrepitud, y nos causa una gran nostalgia.
Muchos queremos recordarles cómo eran, en plenitud de belleza y dinamismo, la verdad es que muchos ante sus imágenes actuales, nos percatamos de nuestra propia realidad.
Ya no somos bellos, ni sexis, nos queda eso que dicen de, quien tuvo retuvo, perdimos el sexapil y esa piel tersa de la juventud, ni tenemos esa picardía en los ojos que solo se tiene cuando rebosa esa frescura en tu maravilloso cuerpo, si supiéramos lo que vendrá después , por muchos parches que te pongan, seguro que sentiríamos un estremecimiento.
Eran auténticas bellezas, hombres y mujeres, y fueron, amados, deseados, añorados, idolatrados y ahora, hacen que se caigan de esas magníficas peanas que construimos para ellos con nuestros recuerdos de juventud.
Es penoso, porque la mente no deja de pensar lo que fuiste, te miras en el espejo y descubres como te vas desdibujando y tu cara se convierte en tu propia caricatura, por mucho que la cirugía haya retocado tus facciones.
Es una dura lección de vida, y viene después de muchas experiencias, que para muchos se han convertido en lecciones y les han valido para mejorar emocionalmente, y a otros para aprovechar lo aprendido en sacarle más partido, a lo que les quede de vida.
Está claro que unos envejecen mejor que otros, algunos sin añoranza, porque han decidido alimentar sus mentes y ser capaces de tener motivaciones y aficiones, además de creatividad y así, esos años pasarán mejor y gozarán de una estupenda, buena y digna vejez.
Lo importante es que estés conforme contigo y con tu aspecto actual, agradece la oportunidad que te da la vida para poder amarla, disfrutarla, incluso llorarla y también sufrirla. Y lo mas importante: ¡vivirla!
¡Bravo si lo has conseguido!
Es una reflexión magnífica, aceptarse ya sea por edad o por defectos físicos o por cualquier otro motivo, deberíamos tener esa reflexión con nosotros mismos y darnos cuenta que el exterior solo es la apariencia, lo más importante es lo que tenemos dentro, es eso por lo que merece la pena luchar.
Que gran verdad, Ojalá supiéramos querernos en todas nuestras versiones y valorar que independientemente de nuestro aspecto seguimos siendo los mismos.