Hoy: 27 de diciembre de 2024
Diego, un joven de 15 años, fue contactado en 2021 a través de una consola Xbox mientras jugaba en línea. Lo convencieron de abandonar su hogar en Coyoacán, Ciudad de México, para encontrarse con miembros de un grupo delictivo. El adolescente recibió una identificación falsa y acabó trasladado en avión hasta Reynosa, Tamaulipas, junto a otros cinco menores reclutados de la misma forma.
El fenómeno de captar menores para actividades delictivas no es nuevo, pero el uso de videojuegos y redes sociales como herramientas de reclutamiento ha adquirido mayor relevancia. Según informa El Diario de Yucatán, títulos populares como Free Fire, Fortnite, Call of Duty y Battlefield suelen emplearse por grupos delictivos para contactar a jóvenes, ganarse su confianza y ofrecerles promesas de dinero o empleo fácil.
Aunque no existen cifras exactas sobre la cantidad de menores involucrados, la Secretaría de Gobernación ha advertido que este método es parte de un problema creciente. En el caso de Diego, su rescate fue posible porque conservó su celular durante el tiempo que estuvo bajo control de los delincuentes. Gracias a ello, un colectivo de madres buscadoras y autoridades estadounidenses lograron localizarlo antes de que le utilizaran para cruzar el río Bravo y unirse a las filas del crimen organizado.
Expertos señalan que el modus operandi incluye desde engaños y falsas promesas económicas hasta amenazas directas contra las familias de los menores. Además, redes sociales y comunidades en línea facilitan la interacción entre los jóvenes y los reclutadores.
David Saucedo, analista en seguridad, explica que la narcocultura ha penetrado en plataformas digitales, normalizando el estilo de vida delictivo. “Los videojuegos no solo representan entretenimiento; también herramientas para tropicalizar la narrativa del crimen organizado, mostrando a los jóvenes una vida de lujos y poder que contrasta con la falta de oportunidades en muchas regiones del país”, afirma.
Dulce Leal, directora de Reinserta, añade que las redes sociales y videojuegos representan un terreno fértil para captar menores debido a su vulnerabilidad emocional y facilidad para quedar manipulados. Según Leal, muchos niños y adolescentes considerados “problemáticos” encuentran en los reclutadores una figura que los valida y los escucha, convirtiéndolos en presas fáciles.
La experta subraya que la supervisión parental es clave para prevenir estas situaciones. “Más que prohibir, los padres deben involucrarse en las actividades de sus hijos, controlar las horas de juego y advertirles sobre los riesgos de compartir información personal en línea”, recomienda.
Este fenómeno evidencia la necesidad de mayor atención y políticas públicas para proteger a los menores de edad de los peligros que se esconden tras la pantalla de un videojuego.