Hoy: 23 de noviembre de 2024
El estudio llevado a cabo por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y la Estación Biológica de Doñana-CSIC ha confirmado el crucial papel que desempeñan los murciélagos en el control de plagas agroforestales. Esta investigación se enfocó en la dieta de una colonia de murciélagos de cueva (Miniopterus schreibersii) que encuentra refugio en la Sierra de San Cristóbal, ubicada en el Puerto de Santa María (Cádiz).
El Miniopterus schreibersii, uno de los murciélagos cavernícolas más gregarios de Europa, forma colonias que pueden llegar a contar con decenas de miles de individuos. Estos mamíferos poseen una gran capacidad de vuelo, cubriendo áreas de hasta 30 kilómetros desde su refugio. La colonia estudiada en San Cristóbal, durante el periodo analizado, osciló entre 3.000 y más de 7.000 individuos, extendiendo su caza hacia la mitad sur del Parque Nacional de Doñana.
Según Carlos Ibáñez, investigador de la Estación Biológica de Doñana, la existencia de esta colonia en una zona altamente humanizada se debe a la adaptabilidad de la especie, que caza en espacios abiertos y no depende exclusivamente de sustratos vegetales. A pesar de la alta humanización del área, que incluye cultivos agrícolas y áreas urbanizadas, la zona mantiene una heterogeneidad que ofrece recursos alternativos a lo largo del tiempo.
El estudio se basó en el análisis del ADN de presas consumidas por los murciélagos, identificando más de 160 especies de artrópodos en su dieta. De estas, 39 eran especies de plagas. Entre las presas consumidas se encontraban especies como polillas, responsables del daño en diversos cultivos y masas forestales, así como vectores de patógenos como el mosquito común (Culex pipiens), portador del virus de la fiebre del Nilo.
La dieta de estos murciélagos varía a lo largo del año, adaptándose a diferentes hábitats y cultivos. Esto les permite abordar distintos brotes poblacionales de plagas que afectan a diferentes cultivos o bosques.
Destacando la eficacia en el control de plagas, la colonia consumió un total de 1.610 kilos de insectos plaga entre mayo y octubre, con más del 90% correspondiente a diez especies. En particular, se analizó la influencia en el control de la procesionaria (Thaumetopoea pityocampa), una plaga típica de los pinares.
A pesar de que la colonia solo ocupaba menos del 3% del área de los pinares, durante las semanas de máxima actividad la procesionaria representó más del 90% de las presas consumidas. En esta etapa, la colonia alcanzaba su tamaño máximo, con 7.200 individuos, y mostraba una mayor presencia en áreas donde abundaban las polillas de procesionaria.
La conservación de esta colonia, protegida legalmente, enfrenta amenazas debido al cambio de uso del entorno, la protección de cavidades donde hibernan y la creciente presión de actividades turísticas en ciertas áreas, así como la presencia de parques eólicos en su hábitat.