Hoy: 27 de diciembre de 2024
Cada vez más pruebas respaldan la idea de que la obesidad eleva el riesgo de desarrollar cáncer, aunque el proceso exacto sigue siendo un misterio. No obstante, investigadores del Grupo de Interacciones Metabólicas del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) han determinado que la obesidad desencadena alteraciones en el tejido adiposo, donde se acumula la grasa, y este emite señales que afectan a otros tumores, según explica Guadalupe Sabio, la investigadora principal.
Sabio y su equipo han identificado que la acumulación de grasa provoca una aceleración en el funcionamiento de las mitocondrias, los orgánulos encargados de quemar la grasa para producir energía. Descubrir y bloquear este fenómeno de estrés celular podría ser una vía crucial para combatir el cáncer hepático, revelan sus hallazgos. Ahora, su enfoque se amplía a investigar si se presenta un fenómeno similar en el cáncer de mama.
El nuevo grupo de investigación se embarcará en la tarea de explorar la posibilidad de frenar el crecimiento del cáncer actuando sobre el metabolismo de las células tumorales y las células circundantes. Parten del conocimiento previo de que la capacidad proliferativa de las células cancerosas varía cuando cambia el combustible celular (glucosa o ácidos grasos en proporciones variables).
Guadalupe Sabio dirigirá sus investigaciones hacia el impacto de las alteraciones en los procesos metabólicos, tanto a nivel corporal como intracelular, en la formación de tumores y metástasis. La científica, galardonada con el premio Princesa de Girona de Investigación Científica en 2012, se propone entender cómo estas alteraciones pueden afectar a la aparición de tumores y metástasis.
Otro descubrimiento crucial del grupo revela que la alteración del ritmo normal de la actividad del hígado, sincronizado con el ciclo circadiano día-noche, conduce al desarrollo de un tipo de cáncer en modelos animales. Sabio plantea la pregunta de si las moléculas involucradas en ese proceso podrían contribuir a detectar la predisposición al cáncer en personas con hígado graso, una patología vinculada a la obesidad.
El equipo observó cómo la acumulación de grasa en el hígado activa señales que inducen el cáncer hepático. Estas señales podrían traducirse en la secreción de proteínas sanguíneas que servirían como biomarcadores para un diagnóstico temprano. Sabio lidera un proyecto del Instituto de Salud Carlos III en busca de marcadores de hígado graso y fibrosis hepática que faciliten el diagnóstico precoz.
Otro proyecto del grupo investiga las proteínas involucradas en el cambio del metabolismo cardíaco en los recién nacidos. Sabio explica que este cambio es fundamental en el desarrollo del corazón, y tras identificar las proteínas asociadas, los investigadores explorarán si estas también controlan las modificaciones metabólicas necesarias para activar las células cancerosas.