Hoy: 24 de diciembre de 2024
Los escáneres oculares en 3D pueden revelar pistas vitales sobre la salud renal, algo que podría ayudar a seguir la progresión de la enfermedad, según sugiere una investigación de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) que ha sido publicada recientemente en Nature Communications.
El avance es un primer paso que revolucionaría el seguimiento de la enfermedad renal, que suele progresar sin síntomas en las primeras fases. Según los expertos, esta tecnología puede contribuir al diagnóstico precoz, ya que las pruebas de cribado actuales no detectan la enfermedad hasta que se ha perdido la mitad de la función renal.
Los investigadores utilizaron imágenes de gran aumento para detectar cambios en la retina, la capa de tejido situada en la parte posterior del ojo que detecta la luz y envía señales al cerebro. Descubrieron que las imágenes ofrecen una forma rápida y no invasiva de controlar la salud renal.
El ojo es la única parte del cuerpo donde es posible ver un proceso clave llamado circulación microvascular y este flujo de sangre a través de los vasos más pequeños del cuerpo suele verse afectado en las enfermedades renales.
Investigadores de la Universidad de Edimburgo estudiaron si las imágenes tridimensionales de la retina, tomadas con una tecnología llamada tomografía de coherencia óptica (OCT), podían utilizarse para identificar y predecir con exactitud la progresión de la enfermedad renal.
Los escáneres OCT -utilizados en la mayoría de las ópticas- utilizan ondas de luz para crear en pocos minutos una imagen transversal de la retina que muestra cada una de sus capas. El equipo analizó imágenes de OCT de 204 pacientes en distintas fases de la enfermedad renal, incluidos pacientes trasplantados, junto con 86 voluntarios sanos.
De este modo, descubrieron que los pacientes con enfermedad renal crónica tenían retinas más delgadas que los voluntarios sanos. El estudio también demostró que el adelgazamiento de la retina progresaba a medida que disminuía la función renal.
Estos cambios se invertían cuando se restablecía la función renal tras un trasplante satisfactorio. Los pacientes con la forma más grave de la enfermedad, que recibieron un trasplante de riñón, experimentaron un rápido engrosamiento de la retina tras la intervención.