A los cojos no se les puede hablar de prisas porque se toman su tiempo para recorrer los caminos. Con los cojos del alma también se ha de tener tolerancia hasta que puedan llegar a los sitios deseados: San Pedro, en su segunda carta, nos libera del miedo de no haber aparecido cuando correspondía: “No olvidéis que la paciencia de Dios es vuestra salvación.”
Paca, la coja, había aprendido a caminar con una lentitud apresurada. Vivió hace cien años en el Cortijo de El Fraile, entre los matorrales de Almería, con su padre enjuto y malhadado y su hermana Carmen: los tres borrachos de ausencia por la madre muerta. Los tres con rencores y ambiciones dentro. Los tres solitarios e insatisfechos. Nunca se supo qué persona o qué circunstancia motivó la cojera de Paca. Nadie conoció tampoco su prisa por vivir con quien quería.
A la edad de merecer, su padre le obligó a casarse con Casimiro, el hermano del marido de Carmen y juntar entre todos las tierrecillas, especialmente las de Paca que estaba, por su defecto, mejorada en herencia.
Como los viejos amores desatan en sangre los buenos pensamientos, Paca urdió con su primo Francisco, al que verdaderamente amaba, el irse juntos adonde su pasión les llevara, y frustrar así la boda impuesta. Pero Carmen, celosa, conocía a medias los secretos de su hermana y tramó con su esposo el asesinato del primo enamorado. Tampoco fue ajena al crimen la suegra de ambas, aunque más tarde maldijera las navajas… Como Paca no podía correr por su cojera los encontraron pronto enzarzados en su delirio de cuerpos juntos y bocas concertadas, hasta el extremo de que Francisco no tuvo tiempo de sentir los filos asesinos de la navaja… Paca nunca se casó, murió de vieja, recordando u olvidando, qué más da, con su pecho de mujer inmensamente oscuro, calladamente herido…
Federico García Lorca, conocedor del suceso que aventó los silencios de Granada, tradujo el hechizo de este drama en la más reclamada de sus obras: Bodas de Sangre.
El padre de Paca, La Novia; y la madre de Casimiro, el Novio, que es en la tragedia de Lorca casi protagonista, defienden a sus hijos con un lirismo estremecido en el decir del poeta:
-“Mi hijo es hermoso, no ha conocido mujer. La honra más ,limpia que una sábana puesta al sol”.
-“Qué te digo de la mía… No habla nunca; Suave como la lana, borda toda clase de bordados y puede cortar una maroma con los dientes”.
Pero el amor nunca anidó en sus desvelos. Leonardo es en Bodas de Sangre el primo Francisco que se queja frente la que se va a casar llena de encajes: “cuando las cosas llegan a los centros no hay quien las arranque”. En ese instante deciden no separarse más, huir con los trajes de fiesta a lugares donde nadie los encuentre, ni siquiera la luna que ha de abrigar con luz sus madrugadas. Pronto, sin embargo, sus perseguidores descubren el perfume de su sangre envuelta en llamaradas. Y la muerte, entonces, no detiene su venganza.
Al final, en el dolor irremediable, la novia (Paca, que en Lorca tiene ya la pierna suelta) se defiende ante su suegra: “Tu hijo era un poquito de agua… pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y un cantar entre dientes… me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban escarcha sobre mis heridas de pobre mujer marchita”.
Marchitas, con los vientres secos, son las mujeres principales en el teatro de Lorca. Yerma, las hijas de Bernarda Alba, doña Rosita la soltera y esta novia azul en Bodas de Sangre (Paca, la coja) que cambió en su desgracia embebida el color del sufrimiento. Y a sus largos ochenta años, con la cabeza perdida, buscaba inútilmente en las espigas la satisfacción de los besos.
Pedro Villarejo
Hermosa meditación muy bien escrita…
Para reflexionar
Gracias Don Pedro
Como Paca no podía correr por su cojera los encontraron pronto enzarzados en su delirio de cuerpos juntos y bocas concertadas, hasta el extremo de que Francisco no tuvo tiempo de sentir los filos asesinos de la navaja…
frase inmensa
Preciosa crónica, una más, de El Duende
Leo a El Duende con devoción semanal
A las arañas mientras tejen sus redes tampoco les pidas prisas….. gran artículo
El Duende es una inspiración semanal.
Que bonito más q escrito parece bordar las letras ,un placer leer estos artículos
Me agrada corresponder a tantos comentarios cordiales como recibo por lo que escribo: Dios nos regala diferentes dones que hemos de ofrecer adecuadamente. Como ya señala nuestro director, tengo la suerte de escribir cada día en este medio bajo la luz pequeña de CANDILES y con la palabra hablada en DIOS EN NUN INSTANTE.
Gracias por vuestro afecto y consideración
Pedro Villarejo