Lo que nos vuelve adictos no es el teléfono móvil, sino cómo se usa y el para qué se usa

6 de noviembre de 2023
2 minutos de lectura
Un joven usa su teléfono móvil. /EP
Un joven usa su teléfono móvil. /EP

Un estudio demuestra científicamente que los problemas psicológicos se deben a la ansiedad por la interacción social que nos permiten los dispositivos

Científicos de la Universidad de Granada miden la actividad electro-galvánica de la piel, un parámetro que se interpreta como un indicador de la actividad de nuestro sistema nervioso autónomo, a la hora de enviar mensajes a través de Whatsapp.

¿Y qué se ha averiguado? Pues básicamente que lo que nos vuelve adictos no es el teléfono móvil como tal aparato, sino cómo se usa y el para qué se usa. Aparte sufrimos ansiedad o excitación en la medida que podamos utilizarlo o no. Y ahí está el quedarse o no sin batería, tener cobertura, etc.

Un equipo de investigación de la Universidad de Granada (UGR) ha demostrado por primera vez que no somos “adictos” al teléfono móvil, sino a la interacción social que nos permite este dispositivo electrónico.

Evidencia científica

Este trabajo, publicado en la revista científica Psicothema, supone la primera evidencia científica de tipo experimental de esta teoría, que fue desarrollada por el profesor Samuel P. L. Veissière, investigador de la McGill University de Montreal (Canadá) en el año 2018. 

Para llevar a cabo este experimento, los científicos de la UGR trabajaron con una muestra formada por 86 sujetos, que dividieron en dos grupos.

“En uno de los grupos (el grupo de expectativa social) instruimos a cada participante para que enviase un mensaje a través de Whatsapp a sus contactos más activos en el que se explicaba que iban a participar en una tarea “emocionante dentro de un universo de realidad virtual” (el mismo mensaje en todos los casos)”.

Así lo explica Jorge López Puga, investigador del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UGR y autor principal del trabajo.

Actividad

Durante todo el proceso los científicos de la UGR estuvieron midiendo la actividad electro-galvánica de la piel, un parámetro que se interpreta como un indicador de la actividad de nuestro sistema nervioso autónomo, es decir, una especie de medida fisiológica de ansiedad. 

“Observamos así que el grupo con expectativa social estuvo más tenso durante todo el experimento. También se observó que este grupo se puso más ansioso cuando se solicitó que dejasen de usar el teléfono móvil.

Además, cuando se permitió usar otra vez el teléfono móvil este grupo experimentó una excitación mucho más pronunciada”, indica López Puga. 

Estos resultados ponen de manifiesto que el teléfono móvil no es el causante de los problemas psicológicos, sino que, más bien, el cómo se usa y el para qué se usa este dispositivo pueden explicar mejor ciertos problemas psicológicos.

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