El Papa realiza esta reforma sin precedentes y, por tanto, rompe con la exclusividad de los obispos y otros altos cargos en la participación en la asamblea
Este miércoles, el Papa Francisco ha declarado oficialmente el derecho de voto de mujeres y laicos en el Sínodo de los Obispos. Esta asamblea de la Iglesia católica sirve para asesorar a su líder en el funcionamiento de la misma. Hasta ahora, solo los prelados tenían la potestad de decidir.
A partir de este momento, diez clérigos serán sustituidos por cinco religiosas y cinco religiosos pertenecientes a Institutos de vida consagrada. Las respectivas organizaciones representativas de las Superioras Generales y de los Superiores Generales se encargarán de elegirlos. Cada uno de ellos podrá votar.
De una lista de 140 católicos no obispos, el Papa elegirá a 70, entre los que se encuentran consagrados, diáconos y laicos. Entre estas personas debe de haber un 50% de mujeres y una presencia importante de jóvenes.
De esta manera, el voto femenino rompe con una contradicción en la participación. Aparte de los obispos, solo podían votar superiores de órdenes integrados por hombres. Además, después de que el Papa nombrase a la religiosa Nathalie Becquart como subsecretaria del Sínodo de los Obispos, puesto que le concede el derecho a participar en la elección, todo parecía indicar que esta reforma se iba a impulsar en breve.
Los obispos integrarán el 75 % de la asamblea, y el resto de fieles, el 25%. La próxima reunión del sínodo se celebrará en octubre. La «sinodalidad» en la Iglesia católica es el tema principal de dicho encuentro. Es decir, la común responsabilidad de todos los bautizados en su gobierno. Los primeros miembros laicos y las primeras mujeres que votarán se desvelarán antes de junio.
El arzobispo de Luxemburgo, el cardenal Jean Claude Hollerich, será el relator del sínodo de octubre. Aseguró que la reforma «no es una revolución». «Sobre todo porque en las revoluciones hay víctimas, y en este caso no las hay», bromeó.