Hoy: 22 de noviembre de 2024
Acaba de entrar (o de penetrar, que es más propio en ella) en el Congreso de Diputados/as, la señora vicepresidenta de Gobierno en silla de ruedas. Nadie sabe la causa de esa pierna vendada. Uno se imagina que pudiera ser la rama de un árbol monclovita que se quebró al verla pasar o una picadura de serpiente, de esas que andan escondidas por el palacio. En fin, cualquiera sabe, porque no estamos en tiempos de esquiar.
De todos modos el señor Presidente del Gobierno puede estar tranquilo porque las manos de su vice están indemnes y, antes de que palme su señoría, ella seguirá palmeando las palabras, tan ajustadas a la verdad, con las que el Señor Presidente nos unge a través de sus encuentros con la prensa… Yo creía, en mi inocencia, que la impudicia tenía un límite y que el descaro, llegado a un punto, no podía ser más descarado. Pues me equivoqué. El cemento puede ser más consistente todavía en su apretada dureza y el cinismo, llega a extremos tan altos, que se puede a dudar si ellos también se consideran honrados.
Cuide sus manos, señora vicepresidenta primera, con ellas vendadas las sesiones de control al Gobierno serían muy aburridas.
pedrouve