Las joyas diferentes

14 de enero de 2024
1 minuto de lectura
La reina Margarita de Dinamarca. | Flickr

Doña Manuela llegaba a los sitios en su coche grande azul y blanco, con aletas de tiburón en los traseros. Tenía una elegancia indescifrable. Su chófer no vestía como los demás, de gris o azul marino, sino de verde intenso, por hacer manifestación de sus olivos. Cuando doña Manuela llegaba a misa los domingos, por ejemplo, se llenaba la iglesia de doña Manuela.

Hoy deja el trono de Dinamarca la Reina Margarita que, igual que sus hermanas, tiene presencia de reina, ese no sé qué que la distingue y que enseñorea el espacio adonde pisa. Nada que ver con su marido ni con este hijo que asume la corona, que parece más bien un escribiente con incumplidas fogosidades juveniles. Su mujer, según el ánimo del día.

Pocas atribuciones les han dejado a los reyes de cualquier país. Lo preferente en ellos es deslumbrar, colocarse joyas, abalorios o condecoraciones y presentarse ante los demás pueblos para trasmitir grandeza, anticipando negocios. Felipe VI tiene seriedad y empaque de rey; la reina, cuando encuentre su naturalidad, también lo habrá conseguido. Lo esperado de los reyes sigue siendo su categoría y los buenos ejemplos. Para maniquíes, ya están los escaparates.

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