Las casas no son de nadie, sino del silencio que las acuchilla por dentro de cuantos las habitaron. Riqueza de palabras, de gestos escondidos hay en todas… y eso es lo que buscan, sin saberlo, tantos jóvenes como quieren alquilarlas a precios imposibles.
Sin libertad de trato, pocos se arriesgan al contrato. Y las arañas, mientras tanto, anidan en la sombra de las esquinas como el que espera despertar de un sueño.
Debajo de las casas hay ríos silenciosos que no llevan agua, suspiros sólo, que a veces ni se oyen… Escuchemos el clamor de los que viven en la calle aguardando manos generosas.
pedrouve