Desde que sucedió a la impoluta señora Borrás en la portavocía del injustamente maltratado presidente Puigdemont, la señora Miriam Nogueras no deja de apretar los labios, como si estuviera besándose por dentro que, a falta de pan buenas son tortas, ya que no es aconsejable compartir la saliva con cualquiera.
Parece ser una señora de las que te piden el carné de independista si quieres hablar con ella. Despega los labios la portavoz Nogueras, ocasionalmente, cuando la llaman al atril para que inicie su llanto desde una Cataluña maltratada. Porque a Puigdemont, en la curvatura del maletero, se le abrieron las hemorroides y eso, en postura tan estrecha, tiene que ser remediado por nuevos guardaespaldas que le suavicen el desdoro de su desprendimiento.
La señora Miriam está pendiente de que su señorito se despeine sólo cuando sopla hacia arriba, que es hondo el suspiro de verse tan exiliado después de pasar muchas horas, sin saber adónde le llevaban, y en cuclillas. Bien pagado está con la amnistía y unos dinerillos para que pase el invierno calentito.