La nave espacial Orion de la NASA, perteneciente a la misión Artemis I, se prepara para un emocionante y complicado regreso a la Tierra
Durante el último mes, la cápsula espacial Orion de la Nasa ha estado en la Luna recabando información sobre una posible vuelta del hombre al satélite terrestre. Sin embargo, ahora se enfrenta a su mayor desafío desde que se lanzó como parte de la misión Artemis I: sobrevivir al reingreso con elevadas temperaturas en la atmósfera de la Tierra y caer en el océano Pacífico el día 11 de diciembre.
Este regreso será novedoso al probar una maniobra que nunca antes había sido utilizada por una nave espacial de pasajeros y, aunque la cápsula no lleva astronautas, se prevé que algún día deberá hacerlo. De ahí la importancia de que este camino de vuelta a la Tierra sea tan importante, ya que será la prueba de que los humanos en algún momento puedan volver sanos y salvos de su misión lunar.
La dificultad de esta hazaña radica en la necesidad de reducir la velocidad de la cápsula en la maniobra de aterrizaje. Esta tendrá que pasar de los 40.000 kilómetros por hora en el momento de la entrada en la atmósfera, a solo 32 cuando caiga en el Pacífico. Este brusco frenado producirá temperaturas muy elevadas, de alrededor 2.800 °C (más de lo que se necesita para fabricar el acero), por lo que parte de esa energía deberá soportarla el escudo térmico de Orion.
Este escudo térmico, construido con la misma resina que se usó en el programa Apolo de finales de los años 60 y 70, acaparará todas las miradas de los científicos e ingenieros de la NASA. “Tenemos muchas ganas de volver”, declara Debbie Korth para la revista Nature, subdirectora del programa Orion en el Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston, Texas.