En el capítulo 7 del Apocalipsis nos describe San Juan que vio a cuatro ángeles sobre los puntos cardinales, deteniendo los cuatro vientos para que no soplaran sobre la tierra ni sobre el mar y detuvieran su daño ante el verde fruto de los árboles. Más adelante, ante una multitud vestida de blanco, un anciano se preguntó: “¿Quiénes son estos y de dónde vienen?, para responderse al instante: “Estos son los que han pasado por la gran tribulación”…
Viendo el largo y entusiasta aplauso que, los desasistidos en votos del domingo, ofrecieron a su líder, cualquiera diría que vienen de la gran tribulación… Cuando en una consulta no se es el preferido, conviene colgar las cítaras de los árboles (seguimos con la Biblia) y corregir los extravíos que les han llevado al olvido. Y, una vez encontrados los ángeles que sepan detener los malos vientos, descolgar de nuevo las cítaras, afinar las partituras y recomponer el coro de los buenos conciertos.