La Constitución española de 1978: un análisis desde la perspectiva de 1982

29 de diciembre de 2024
7 minutos de lectura
La Constitución española de 1978. | Fuente: derechoconstitucional.es
JUAN DE JUSTO RODRÍGUEZ

Releo actos del pasado en los que intervine, y me reafirmo en aquella conquista a la que llegamos tras una intensa lucha. Un entendimiento entre españoles que antes nos encontrábamos enfrentados. Lo hago por miedo a la repetición de viejos vicios. Muchos de quienes protagonizaron aquel acto, que hoy me sirve de inspiración para esta reflexión, ya no están entre nosotros. Que la tierra les sea leve. Pero puedo asegurar que cualquiera de ellos se sentiría escandalizado ante el comportamiento de la actual clase política española. Yo tenía entonces 30 años, había conseguido mi acta de concejal y estaba cargado de ilusión, con un profundo deseo de paz interior y un afán de transformar nuestra sociedad, acercándola a los postulados socialdemócratas que soplaban con fuerza por toda Europa y que tanto bien social nos dejaron. Con estos pensamientos en mente, me dispongo a compartir esta reflexión a modo de ensayo.

El 6 de diciembre de 1982, el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes celebró una sesión plenaria extraordinaria para conmemorar el IV aniversario de la Constitución Española. El acta de esta sesión, que he tenido la oportunidad de analizar, nos ofrece una visión fascinante de cómo se percibía la Constitución en aquellos años cruciales de la Transición.

Contexto histórico: La Transición española y la Constitución de 1978

La Constitución Española de 1978 fue el resultado de un proceso histórico complejo y delicado conocido como la Transición. Tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975, España inició una etapa de cambio político que culminó con la aprobación de la Constitución y la consolidación de un sistema democrático.

La Transición fue un período de incertidumbre y desafíos. El país se encontraba dividido tras décadas de dictadura, y existían fuertes tensiones entre los sectores que defendían una ruptura radical con el pasado y aquellos que abogaban por una reforma gradual. Además, la situación económica era delicada, con una alta inflación y un elevado desempleo.

En este contexto, la Constitución de 1978 se convirtió en un símbolo de unidad y esperanza. Su elaboración fue un proceso participativo que involucró a diferentes fuerzas políticas y sociales, y su contenido reflejó un amplio consenso sobre los valores y principios que debían guiar la nueva España democrática.

La Constitución estableció un sistema político basado en la monarquía parlamentaria, con un poder legislativo bicameral (Congreso de los Diputados y Senado), un poder ejecutivo encabezado por el presidente del Gobierno y un poder judicial independiente. Además, reconoció un amplio catálogo de derechos y libertades fundamentales, incluyendo el derecho a la vida, la libertad de expresión, la libertad de asociación y el derecho a la educación.

El ambiente político y social de 1982

En 1982, la Constitución Española era aún una joven promesa, un marco jurídico que buscaba sentar las bases de una nueva España democrática, plural y reconciliada tras décadas de dictadura. El país se encontraba en un proceso de consolidación democrática, con la celebración de las primeras elecciones
generales en 1977 y municipales en 1979, y la formación de los primeros gobiernos democráticos.

Sin embargo, la situación política y social seguía siendo compleja. La crisis económica persistía, y el desempleo continuaba siendo un problema grave. Además, existían tensiones territoriales, especialmente en el País Vasco y Cataluña, donde surgieron movimientos nacionalistas que reclamaban una mayor autonomía.

En este contexto, la Constitución se convirtió en un punto de referencia fundamental para la sociedad española. Sus principios y valores eran ampliamente compartidos por la mayoría de la población, y se consideraba que su cumplimiento era esencial para garantizar la estabilidad y el progreso del país.

Análisis de las intervenciones de los concejales

El acta del pleno del Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes nos permite conocer de primera mano las opiniones y perspectivas de diferentes actores políticos sobre la Constitución en 1982.

Sr. Monge (independiente), con anterioridad había militado en el PCE y formó parte de su cartel electoral:

El Sr. Monge destaca la importancia de la Constitución como garante de la libertad y la democracia. Sin embargo, también advierte sobre los peligros del poder y la necesidad de garantizar la participación ciudadana. Sus palabras reflejan una visión crítica y vigilante de la democracia, que busca evitar los
errores del pasado y asegurar que el poder se ejerza de forma responsable y transparente.

Sr. Tello (PCE):

El Sr. Tello celebra la Constitución como un avance histórico que ha permitido superar la dictadura y establecer un marco jurídico para la construcción de una sociedad más justa e igualitaria. Sin embargo, también señala que la Constitución es un proyecto en desarrollo, y que aún queda mucho por hacer para alcanzar sus objetivos. Sus palabras reflejan la esperanza y el compromiso de la izquierda española con la transformación social y la construcción de un futuro mejor.

Sr. Sacristán Peribañez (PSOE):

El Sr. Sacristán Peribañez destaca la importancia de la Constitución como garante de la libertad y la democracia. También subraya la necesidad de defender la Constitución frente a las amenazas de la extrema derecha y la extrema izquierda. Sus palabras reflejan la visión de un partido que se encuentra
en el centro del espectro político y que busca consolidar la democracia española.

Sr. Conde (alcalde):

El Sr. Conde, en representación de la coalición gobernante, subraya el papel de la Constitución como garante del pluralismo y la convivencia pacífica. También llama a la unidad y la responsabilidad de todos los ciudadanos para defenderla. Sus palabras reflejan la visión de un gobierno que busca la estabilidad y el progreso del país.

Comparación con la situación actual

Han pasado más de cuatro décadas desde la aprobación de la Constitución Española, y el país ha experimentado profundas transformaciones en todos los ámbitos. La crisis económica de los años 80 dio paso a un período de crecimiento y prosperidad, y España se integró plenamente en la Unión Europea.

Sin embargo, la Constitución sigue siendo un pilar fundamental de la democracia española. Sus principios y valores siguen vigentes, y su cumplimiento sigue siendo esencial para garantizar la convivencia pacífica y el progreso del país.

A pesar de los avances logrados, la sociedad española enfrenta nuevos desafíos. La crisis económica de 2008 ha tenido un fuerte impacto en el país, y el desempleo sigue siendo un problema grave. Además, han surgido nuevas tensiones territoriales, especialmente en Cataluña, donde el movimiento independentista ha cobrado fuerza en los últimos años.

En este contexto, la Constitución sigue siendo un punto de referencia fundamental para la sociedad española. Sus principios y valores siguen vigentes, y su cumplimiento sigue siendo esencial para garantizar la convivencia pacífica y el progreso del país.

Incorporación de otras fuentes

Para ampliar la información sobre la visión de la Constitución en 1982, conviene consultar otros documentos, artículos y libros que aborden este tema, así como entrevistas a personas que vivieron esa época.

Por ejemplo, recomiendo consultar el libro “La Constitución Española de 1978: 25 años de historia” de Francisco Rubio Llorente, que ofrece un análisis exhaustivo del proceso de elaboración y aprobación de la Constitución, así como de su impacto en la sociedad española.

Conclusión:

El análisis del acta del pleno del Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes del 6 de diciembre de 1982 nos invita a reflexionar sobre la evolución de la política española y el estado actual de nuestra democracia. Si bien la Constitución de 1978 ha demostrado su solidez y capacidad de adaptación a lo largo de las últimas cuatro décadas, ciertos aspectos de la dinámica política actual suscitan preocupación y llaman a una crítica constructiva.

En aquel entonces, en los albores de nuestra democracia, se respiraba un ambiente de esperanza, diálogo y consenso. Los representantes políticos, a pesar de sus diferencias ideológicas, compartían un objetivo común: consolidar la democracia y construir una España mejor. La Constitución era vista como un marco de convivencia, un punto de encuentro que permitía superar las divisiones del pasado y avanzar hacia un futuro compartido.

Sin embargo, en la actualidad, observamos con preocupación cómo el debate político se ha trasladado desde las Cortes Generales a los tribunales de justicia. La judicialización de la política, lejos de resolver los conflictos, los enquista y erosiona la confianza en las instituciones. Este fenómeno, en el que algunos jueces parecen buscar protagonismo y traspasar los límites de sus funciones, contribuye a la polarización y dificulta la búsqueda de soluciones consensuadas a los problemas del país.

La clase política actual parece haber olvidado el espíritu de diálogo y consenso que inspiró la Transición. La búsqueda del rédito político a corto plazo, la polarización extrema y la falta de voluntad para llegar a acuerdos han convertido el debate político en un campo de batalla donde la confrontación y el enfrentamiento son la norma. Esta dinámica no solo aleja a la ciudadanía de la política, sino que pone en riesgo la estabilidad y el progreso del país.

Es necesario que los actores políticos recuperen el espíritu de la Transición, que prioricen el interés general sobre los intereses partidistas y que busquen soluciones consensuadas a los desafíos que enfrenta España. La Constitución de 1978 sigue siendo un marco válido y sólido para nuestra convivencia, pero su éxito depende de la voluntad de los políticos para hacerla viva y dinámica, adaptándola a las nuevas realidades sin renunciar a los principios y valores que la inspiraron.

En definitiva, la judicialización de la política y el enfrentamiento pernicioso que caracteriza el debate político actual representan una amenaza para la salud de nuestra democracia. Es responsabilidad de todos, políticos y ciudadanos, defender el espíritu de la Constitución y trabajar por una España más justa, solidaria y democrática.

TRESJUNCOS 24 DE DICIEMBRE DE 2024

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