Gracias a mi amigo Jaime Nicolás Muñiz, autor de la traducción y prólogo de la obra El estado dual publicado recientemente por Trotta, he conocido la figura del inteligente y valiente abogado socialista y judío Ernst Fraenkel. Inició su vida profesional como letrado del poderoso sindicato del metal alemán hasta su clausura en 1933 tras la llegada al poder de los nacionalsocialistas. Pese a ello, decidió inicialmente continuar ejerciendo su profesión hasta que en 1938 les retiraron la licencia a los últimos abogados judíos que la mantenían en el Reich.
En este periodo, defendió a todos aquellos que el régimen nazi consideraba enemigos: comunistas, judíos, luteranos de la iglesia testimonial, testigos de Jehová, etc. Y lo hizo sufriendo en su propia piel la violencia nacionalsocialista creadora del arbitrario “estado de medidas”, frente al “estado de normas” vigente hasta la llegada de los nazis al poder.
Este conflicto permanente de “medidas” y “normas” se ilustra claramente con el caso del “Queso rancio”. Se acusaba a su defendido del delito de injurias contra el Führer por habérsele escuchado en una parada de autobús referir que una noticia y foto del partido nazi eran “Queso rancio”. Aunque el cliente podía probar que solo se refería a que era una noticia ya publicada tiempo atrás en una revista de información general, asesorado por Fraenkel, decidió aceptar una condena privativa de libertad que le retendría bajo la guarda de los tribunales por un tiempo corto antes que la libertad bajo la amenaza de una detención por la Gestapo y el sometimiento al imprevisible e impredecible “estado de medidas”. De esta forma, Fraenkel, conocedor profundo de los engranajes de la justicia alemana, intentaba librar a sus defendidos de las garras del aparato nazi articulado a través de las omnipresentes y arbitrarias “medidas” no sujetas a racionalidad alguna y forzar aquellos argumentos que le permitieran invocar las leyes del ordenamiento jurídico alemán del “estado de normas”.
En palabras del propio Fraenkel “La distinción entre Estado de Derecho y Tercer Reich la podemos formular del siguiente modo: en el Estado de Derecho son los tribunales los que controlan la administración desde el punto de vista de la legalidad; en el Tercer Reich la autoridad de la policía es la que controla a los jueces, desde el punto de vista de la oportunidad”.
De especial interés para quienes ejercemos la abogacía es la primera parte de su obra: relata una serie de casos a partir de las normas del nuevo régimen y la praxis de las decisiones judiciales de todos los órdenes jurisdiccionales. La inteligencia y la afilada astucia con la que abordaba sus casos es un aprendizaje imprescindible, incluso para quienes en la actualidad nos dedicamos a la defensa de aquellos que no son precisamente “los poderosos”.
María Jesús Díaz Veiga es abogada.