Historia del niño granadino que fue Doctor Zhivago, una de las películas más taquilleras de la historia del cine

A Antonio Aguilera lo eligió el director en su clase del colegio de La Calahorra para el papel del niño Yuri, que de mayor representó Omar Sharif. La obra ganó cinco Oscar

Aquel día de invierno de 1964 había nevado mucho en La Calahorra (Granada). La nieve cubría los llanos que casi rodean el pueblo y se dejaba caer como un inmenso manto blanco sobre la cara norte de Sierra Nevada, que se veía espléndida.

Antonio Aguilera Cabrerizo, que no tenía mucho más de 12 años, acudió como todos los días al colegio, donde compartía un aula con más de cuarenta niños de su misma edad, más o menos, cuando, la puerta de la clase se abrió y entraron varios hombres que no había visto en su vida.

Se quedaron mirando a los escolares durante unos segundos hasta que uno de ellos se fijó en él y lo señaló. 

Tres días después Antonio se había convertido en el protagonista absoluto de los primeros casi cuatro minutos de Doctor Zhivago, la película estadounidense dirigida por David Lean y protagonizada por Omar Sharif y Julie Christie, un clásico del cine que a partir de 2010 se la consideró en los Estados Unidos la octava película más taquillera de todos los tiempos.​

Muy popular en Nueva York

Entonces este niño de La Calahorra no lo sabía y tardaría muchos años en descubrirlo, pero había participado en un drama épico, basado en la novela homónima que publicó el ruso Borís Pasternak en 1957 que fue tremendamente popular durante décadas desde su estreno en diciembre de 1965 en Nueva York. 

La película obtuvo cinco premios Oscar y fue candidata a otros cinco. Además, fue galardonada con cinco premios Globo de Oro, incluyendo los correspondientes a las categorías de mejor película dramática, mejor director y mejor guion.

Han pasado 57 años desde entonces y hoy Antonio, de 69 años y padre de tres hijos, vive tranquilo en su pueblo después de una trayectoria profesional intensa y una vida que él considera «normal y corriente» salvo por lo de «la peliculilla esa con la que me encontré».

Recuerda cada detalle y se sonríe aún con las anécdotas de un rodaje en los llanos de La Calahorra que duró tres días. «Empezábamos a las seis de la mañana y mi madre me llevaba de la mano. Como yo iban muchos vecinos que hacían de extras, sobre todo mujeres, que llenábamos cuatro autocares».

Y agrega: «Aquello era muy grande porque en el pueblo jugábamos al fútbol en medio de la carretera y acababa el partido y no pasaba ni un coche, así que imagine lo que era ver tanto autocar».

Le impresionaba ver aquellos actores «tan grandes y tan barbudos durante el funeral con el que arranca la película, en el que él hace de Yuri, de niño, el personaje de Omar Sharif.

«Nos reíamos mucho porque no entendíamos nada. La caja iba vacía, con la cabeza de un muñeco de escayola que eran los planos que se ven, pero a pesar de eso varias mujeres del pueblo se asustaron al principio y se fueron corriendo del rodaje. Es que daba cosilla al principio».

«Hacía mucho frío»

Hacía mucho frío y las mujeres que hacían de extras se habían abrigado con mucha ropa y al salir corriendo asustadas se les caían los trapos por el camino. Hubo que repetir varias veces».

Pero lo mejor fue que le pagaron 600 pesetas por los tres días de rodaje, que era el sueldo de su padre en la mina de Alquife durante tres meses. «Pues yo habría preferido no ganar nada y que me dejaran aquellas botas y el gorro tan calentico que llevaba puesto; ¡cuándo iba yo a tener un calzado tan bueno como ese!».

Con el dinero, que vino muy bien para la economía familiar, los padres le compraron la mejor cartera para la escuela que ha tenido en la vida.

Todo era extraordinario para aquel niño, hasta la comida que le daban, una bolsa con huevos duros, pan y Coca-Cola, que fue la primera vez que la probaba, y todo era sorprendente para un pueblo que durante esos años tuvo dos grandes acontecimientos de los que hablar, el rodaje de Doctor Zhivago y el accidente poco después de un avión norteamericano en Sierra Nevada.

«Sí, me acuerdo de aquel accidente. En la comarca se hicieron muchas letrillas de canciones sobre lo ocurrido: «Al pie de Sierra Nevada, un aparato cayó / era de los americanos, que venían de viaje sport», canturrea.

No habría extrañado que alguien con un comienzo así en el cine se hubiera planteado seguir el camino de actor, pero no era el caso de Antonio, quien asegura que «no se daban las circunstancias para ello», y que además no fue consciente de su mérito hasta mucho años después, cuando venían los emigrantes de Cataluña y le buscaban para decirle que lo habían visto en el cine. 

O incluso cuando algunos curiosos visitaban La Calahorra atraídos por los escenarios del rodaje. «Mi principal club de fans son mis hijos; ellos son los que presumen de padre ‘famoso’», se ríe cariñosamente. «Los vecinos le daban más importancia que yo», apostilla.

A pesar de todo su relación con el cine no había acabado todavía y ya de joven hizo de extra en una película que tenía de escenario el castillo de La Calahorra, ‘El viento y el león’ un filme estadounidense de 1975 dirigida por John Milius, que contaba con un reparto de lujo encabezado por Sean Connery, Candice Bergen, Brian Keith y John Huston, y también en varias películas más de los famosos wéstern rodados en la zona con Sergio Leone como director.

En el pueblo granadino se rodaron numerosas películas y Antonio participó como extra en algunas de ellas. Recuerda una anécdota en el rodaje de ‘El bueno, el feo y el malo’ que protagonizaba Clint Eastwood junto a Eli Wallach o Lee Van Cleef. Había una escena en la que iba una diligencia tirada por caballos a toda velocidad por el poblado y un gitano, que hacía de figurante, tenía que cruzarse justo delante con un barrilete de vino, pero al gitano le daba miedo por si le pasaba algo y cruzaba cuando ya había pasado la diligencia y hasta la cámara.

«El director al visionar la cinta y ver que el figurante no figuraba montó en cólera y empezó a gritarle. Así tres o cuatro veces y bronca va y bronca viene, pero el gitano no se inmutaba y hacía lo que le salía de los huevos. Todo el día repitiendo la escena y al final hubo que cambiar de figurante».

Fueron años buenos para el pueblo y para los vecinos. «Se cobraba un buen dinerillo con las películas. Un día de trabajo se ganaba lo que muchos de jornalero en el campo, y sobre todo era más divertido».

La vida de Antonio está llena de secuencias, como si se tratase de una película, que le ha llevado por varios trabajos y lugares.

Cuando tenía 14 años se fue a trabajar a los tomates en Almería, cuando todavía no había invernaderos, pasó por el silo de trigo en su pueblo, la construcción, la fábrica de los estárter del Seat 127 en Barcelona y sobre todo en la mina de Alquife, como su padre, donde pasó casi veinte años y fue uno de los últimos en salir de ella cuando la cerraron en 1997.

Oro en Alquife

Aquellos años le traen buenos y malos recuerdos, sobre todo porque se acabó una actividad que llenaba de vida la comarca.

«Aguantamos lo que pudimos, al final trabajamos mucho para tener operativa la maquinaria por si la actividad se reanudaba y mantuvimos la lucha hasta el último día, pero hubo un momento en el que supe que la decisión no tenía vuelta atrás». Incluso en los momentos más difíciles se sacaban a diario 14.000 toneladas de mineral de hierro que se transportaban en los diez trenes que podían salir a diario cargados con mineral en dirección al puerto de Almería».

Antonio revela que en la explotación hay oro. «Yo he visto pepitas como las uñas pero quiero entender que será muy cara su extracción».