Criminalidad sin límites

18 de marzo de 2025
2 minutos de lectura
Agentes de seguridad de México. | EP
GUSTAVO DE HOYOS WALTHER
Esperemos que estas atrocidades cometidas impulsen todavía más a la gobernante mexicana a cambiar la política de su antecesor, la llamada “abrazos no balazos”

Desde hace varios años la sociedad mexicana abriga un agravio. Ningún gobierno en los últimos lustros ha podido solucionar el problema de la inseguridad ni el de la violencia. Ésta ha crecido no solo en el número de víctimas, sino también en su intensidad.

Los últimos descubrimientos de fosas con restos humanos han agravado el enojo de la sociedad. Y con toda razón.

En el caso de México, al menos hasta donde sabemos, han sido bandas delincuenciales las que están detrás de la comisión de atrocidades en masa.

Hay que distinguir estos casos de aquellos en los que han sido los Estados mismos los que cometen crímenes contra la humanidad o genocidios. Desgraciadamente ese ha sido el caso en muchos lugares del planeta y ha ocurrido cuando un grupo apoderado del Estado decide exterminar a otro grupo por razones políticas o religiosas.

Se pensaría que el nombre de México, a pesar de todos sus problemas, no tendría que figurar en la larga lista de países que han cometido atrocidades en masa en la historia del mundo. Nadie que piensa en México evoca el siglo de los genocidios. Esperemos nunca lleguemos a eso y que nuestras disputas políticas o religiosas, no importa cuán acaloradas sean, se resuelvan siempre mediante el derecho y la civilidad.

Aunque hacer esta distinción es importante, es poco consuelo saber que sean bandas del crimen quienes cometen atrocidades en masa en México y no el Estado.

Desgraciadamente hechos macabros como los de los últimos días han ocurrido desde hace años. El lector seguramente recordara varios de ellos. Nunca debemos olvidarlos. El hecho de que existan indicios de que el descubrimiento de estas fosas hayan ocurrido en más de una entidad federativa nos lleva a pensar en la probabilidad de que el problema sea nacional o regional.

Lo que se debe hacer ahora es investigar y, en su caso hallar, a quienes cometieron estos actos de violencia indescriptible. Los posibles victimarios deben ser identificados y procesados de acuerdo con la Ley. Hay que aprovechar este momento también para repensar qué es lo que puede llevar a seres humanos a realizar acciones indecibles que desafían nuestra imaginación moral. Esto es muy importante.

Esperemos que estas atrocidades cometidas impulsen todavía más a la gobernante mexicana a cambiar la política de su antecesor, la llamada “abrazos no balazos”. Hay señales de que ella está dispuesta a ejercer mano dura contra la delincuencia organizada en parte como respuesta a las presiones del presidente Donald Trump.

Como quiera que sea, el descubrimiento de estas fosas hace pensar que, por ahora, la estrategia del régimen no está funcionando. Quizás ha llegado la hora de que se consulte a más voces en todo esto. Hay académicos, periodistas y partidos políticos con ideas alternativas que pudieran funcionar mejor pero que el régimen prefiere no oír.

Esto ha sido un error y lo podemos adjudicar a la mala idea de que solo se debe gobernar con las ideas propias. Muchos sabemos desde hace tiempo que esta manera de pensar lleva a fracasos que después son pagados, no solo por los que cometieron el error. Cambiar con el concurso de muchos es la solución y el camino a seguir.

*Por su interés, reproducimos este artículo de Gustavo De Hoyos Walther, publicado en Diario De Yucatán.

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