Hoy: 1 de noviembre de 2024
Aunque los científicos son cautelosos al vincular eventos climáticos específicos con el calentamiento global, cada vez hay más consenso en que el incremento de temperaturas está amplificando el impacto de fenómenos como las recientes lluvias en España, consideradas de las peores en décadas.
Friederike Otto, experta en cambio climático, comenta que las lluvias masivas y explosivas que azotaron la región están intensificadas por el calentamiento global: “No cabe duda de que el cambio climático aumenta la humedad en la atmósfera, lo que eleva la intensidad de las precipitaciones”. Con cada grado adicional de temperatura, la atmósfera retiene más humedad, lo cual genera lluvias más torrenciales.
La causa principal de las intensas lluvias, conocidas como DANAS (Depresiones Aisladas en Niveles Altos), es un fenómeno natural que afecta la región en otoño e invierno. A menudo denominado “gota fría”, este proceso se desencadena cuando aire frío entra en contacto con las aguas cálidas del Mediterráneo, cuyo calor extremo en los últimos dos años agrava el impacto.
Al llegar a estas aguas, el aire frío interactúa con el ambiente cálido y húmedo de la superficie marina, formando columnas de nubes capaces de contener enormes volúmenes de agua. Según estudios recientes, el cambio climático no solo aumenta la cantidad de lluvia en estas tormentas, sino que eleva un 7% la capacidad de retención de agua de las nubes por cada grado de calentamiento.
Suelo incapaz de absorber agua
La intensidad de estas lluvias se encuentra con un suelo cada vez menos capaz de absorber agua. Según el profesor Mark Smith de la Universidad de Leeds, “la combinación de veranos más secos y calurosos, que resecan la tierra, reduce la capacidad del suelo para retener agua”. Este deterioro en el suelo amplifica las consecuencias de las lluvias intensas, elevando los niveles de los ríos y empeorando las inundaciones.
Otro aspecto en estudio es el desplazamiento más lento de las tormentas en un clima más cálido, lo que podría agravar la acumulación de agua en áreas específicas. En Europa, episodios como la tormenta Boris han mostrado el alcance de estos efectos, con graves consecuencias en Europa Central.
Los meteorólogos enfrentan enormes desafíos para anticipar la ubicación y magnitud exacta de estas lluvias. Linda Speight, de la Universidad de Oxford, comenta que aunque las alertas pueden ayudar a evitar tragedias, “es increíblemente difícil prever la trayectoria precisa y los puntos de impacto de lluvias intensas”. Además, las infraestructuras actuales, diseñadas para el clima del siglo pasado, no están preparadas para estos eventos extremos, exponiendo la urgente necesidad de adaptación frente al cambio climático.