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Estados Unidos y los desafíos americanos

Los desafíos latinoamericanos siguen amontonándose frente a Estados Unidos

Presidente de Estados Unidos, Joe Biden. | Fuente: Europa Press

La prioritaria lucha contra el terrorismo islamista, la invasión rusa a Ucrania y la renuncia unilateral de Trump a influir en el Pacífico, dejando el campo libre a China, obliga a Estados Unidos a recomponer el tablero geopolítico de América Latina; sacudida por el narcotráfico, la desigualdad, déficit democrático y la ecuación Bukele, que irradia Centroamérica

La mediación de Pekín entre Arabia Saudí e Irán, que han restablecido relaciones diplomáticas, hizo saltar las alarmas en Estados Unidos e Israel por las posibles consecuencias del arreglo entre aparentes enemigos irreconciliables; la casta wahabí, guardiana de las tres mezquitas, y los ayatolás de la gran congregación chiita; en una de las regiones más convulsas del planeta y sujeta por delicados equilibrios confesionales, políticos y económicos.

Desafíos

Los desafíos latinoamericanos se siguen amontonando frente a Estados Unidos, quien apostó por el efecto moderador del eje de izquierda formado por Argentina, Brasil, Colombia y Chile; frente a los excesos antidemocráticos de Nicaragua, Cuba y Venezuela; que juegan las diferenciales cartas rusas y chinas en la zona.

La derecha latinoamericana sigue vagando sin rumbo y carente de una alternativa que ofrezca consolidación democrática, riqueza e igualdad a los ciudadanos; muchos de los cuales emigran a Europa y Estados Unidos en busca de oportunidades que sus naciones les niegan.

Los opositores venezolanos, nicaragüenses y cubanos guardan prisión o soportan destierro; pero no acaban de cuajar un programa atractivo para los aplastados y empobrecidos habitantes de los tres países.

Nayib Bukele ha cambiado a El Salvador, metiendo en cintura a las maras; pero su autoritarismo y maniobras para reelegirse, modificando la Constitución a su medida, como ya hizo con el parlamento, crea alarma en Europa, Canadá y Washington, donde siguen tratando de leer los fenómenos latinoamericanos con lentes anticuados.

Bukele está molesto con la administración estadounidense y la UE, que critican sus modos y modas, pero nunca cortaron la colaboración con sus antecesores del ex insurgente FMLN, que se llenó los bolsillos de dinero europeo, estadounidense y canadiense.

Escándalo Petro

Colombia vive estremecida por el affaire Petro junior, Chile se ha empantanado en una Constituyente que ha abierto brechas entre los socios del gobierno y Brasil, que es un subcontinente, confirma que segundas partes nunca fueran buenas, en este caso, el lulismo, ya sin el brillo metalúrgico del arranque y con graves problemas por resolver.

Los petrodólares con que Hugo Chávez unificó su santa alianza contra el Diablo de azufre se fueron a bolina; convirtiendo a la CELAC y el Foro de Sao Paulo en meros altavoces de progresismo sin respaldo popular ni económico.

Argentina y México viven crisis diferentes, con la inflación desbocada en la primera, a las puertas de unas elecciones; y la violencia del narcotráfico expandida por la nación azteca, en medio de la guerra del Fentanilo, una droga letal, pero muy jugosa económicamente para los capos y su red clientelar de funcionarios, militares y policías corruptos.

Los países latinoamericanos de la cuenca del Pacífico tienen un mal recuerdo del presidente Donald Trump. que abandonó unilateralmente el tratado multilateral oceánico, para alegría de China, que ha complementado su influencia económica con movimientos políticos en la región; mostrando especial interés por Venezuela, Bolivia, Argentina y Ecuador; todos con riqueza petrolera.

Rusia necesita que Venezuela le pague la abultada deuda y seguir extrayendo coltán y oro de sus minas; pero el postchavismo juega al gato y el ratón con el Kremlin; desde que Joe Biden abrió la mano para estimular la producción de crudo y evitar que la invasión rusa a Ucrania dispare los precios a niveles inalcanzables para importadores.

Washington sigue teniendo como prioridad el terrorismo de origen islámico; que acaba de avanzar en África con el golpe de estado en Níger; el último bastión antifundamentalista en su zona de influencia; pero la postergación de América Latina en la agenda del Departamento de Estado genera desamparo y desafecto con otros 100 años de soledad; cuando la puja por la Casa Blanca está a la vuelta de la esquina.

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