España, vanguardia moral de la política europea

9 de septiembre de 2025
4 minutos de lectura
Pedro Sánchez I EP

Qué duda cabe de que Israel va a hacer todo lo posible, que es mucho, para intentar hundir este Gobierno que tiene el coraje de sacarle los colores

El embargo de armas a Israel propuesto por el Gobierno de España sitúa a España en la vanguardia moral de la política europea. Tal decisión permitirá a los pueblos europeos ver con claridad que la política continental solo puede legitimarse cuando demuestra que se atiene a pautas de humanidad y sensatez, desechando y condenando la barbarie. Barbarie asumida por el ejército israelí y ejecutada a sangre fría contra un pueblo, el de Palestina, que se niega a ser exterminado.

Una ola de indignación recorre los hogares europeos, donde el horror frente al infanticidio premeditado contra la población infantil de Gaza prende en las conciencias y arraiga en ellas. Falso que los europeos no hayan hecho nada para detener esta matanza: centenares de miles de ellos y ellas se han echado a las calles para exigir la detención de tanta crueldad genocida. Lo hemos visto en la Vuelta ciclista, en los estadios, en las calles y en los boicoteos comerciales, entre muchas otras manifestaciones. Se han movilizado en la medida de sus fuerzas y han gritado valientemente contra los asesinatos en masa.

Pero las decisiones políticas de importancia corresponden a los gobernantes de la Unión Europea, mayoritariamente paralizados, cuando no cómplices, de las atrocidades perpetradas por los dirigentes de Israel, convertidos hoy en los principales enemigos de su propio pueblo. Starmer, premier inglés, sumido en un servilismo proisraelí que deshonra al laborismo británico. Merz, el supuesto democristiano germano, atenazado por un complejo de culpa histórico de Alemania hacia Israel, incapaz de mantener siquiera una neutralidad formal y comprometido beligerantemente con el desalmado Nethanyahu. Macron, afrontando los errores derivados de su traición poselectoral a la izquierda francesa… Y todo ello aderezado por la asumida impotencia de la UE para denunciar como autores de una colosal agresión a la soberanía energética continental, vital pues, a quienes volaron el gaseoducto Nord Stream, para que Europa se volcara obligadamente en comprar el gas licuado norteamericano mucho más caro que el gas ruso. Todo ello a la salud de quien ampara totalmente, con armas y apoyos de todo tipo, desde allende el Atlántico, las salvajadas del Ejercito israelí contra Gaza invocando una asimetría militar de Israel respecto de sus vecinos árabes que ya no existe. Israel es ya el hegemón del Medio Oriente.

Ha sido el Gobierno de coalición español, encabezado por Pedro Sánchez, quien ha dicho ¡basta! a tanta iniquidad. Para impedir su alegato, los dirigentes de la derecha extrema y la extrema derecha están recurriendo a las prácticas más innobles registradas en la política española desde tiempos del dictador, al que secretamente admiran. Hasta el edil madrileño, que estrena paternidad, se ha permitido decir que lo que sucede en Gaza no es un genocidio. ¿Qué sustantivo aplicaría para describir si su hijo y los hijos de miles de las y los madrileñas, fueron aniquilados bajo bombas de media tonelada? La ceguera voluntaria por razones ideológicas dogmáticas es en este caso evidente.

Desde una perspectiva española, qué duda cabe que Israel va a hacer todo lo posible, que es mucho, para intentar hundir este Gobierno que tiene el coraje de sacarle los colores. El régimen israelí ya lo viene haciendo desde tiempo atrás, cuando en su política exterior decidió que Marruecos figurase como su socio prioritario en el Mediterráneo, con el respaldo del Ejecutivo de los Estados Unidos de América, que objetivamente avala todas las atrocidades que pasan por la desquiciada cabeza de Benjamín Nethanyahu.

Israel puede, desde luego, elegir legítimamente sus opciones diplomáticas. Pero nunca a costa de la perfidia antiespañola con la que está armando los servicios de inteligencia del reino alauí, el flujo inducido de armas y tecnología para el espionaje -recordemos el caso Pegassus contra el presidente Pedro Sánchez y sus principales ministros, o el misterioso apagón total del país del pasado mes de abril- todo ello inmerso en las presiones y chantajes arancelarios, diplomáticos y militares contra Madrid por parte del iracundo y disfórico presidente Donald Trump. En su conjunto, todo ello perfila una desaforada agresividad gubernamental israelí hacia España.

Cualquier observador sabe que hacia el régimen de nuestro vecino del Sur las cautelas diplomáticas españolas han sido siempre enormemente delicadas, dada la eterna susceptibilidad marroquí a la hora de admitir la españolidad de dos enclaves históricos, Ceuta y Melilla, uno adscrito a España desde el siglo XVI y otro desde el siglo XVIII. Por si ello fuera poco, las islas Canarias, de población española y portaviones terrestre español en medio del Atlántico, no se escapa a los amagos y anhelos codiciosos de Rabat, que nunca ha dejado pasar la ocasión de incordiar a España siempre que nuestro país atravesaba la menor coyuntura de dificultades.

Todo esto lo conocen bien los dirigentes españoles de ayer y de hoy. La cuestión del Sahara, enclavada en el corazón de los españoles, con su medio millón de ciudadanos africanos hispanoparlantes, sufrió por esta causa un revés evidente, debido al tremendo aparato coactivo desplegado contra Madrid por Washington. De Washington se asegura que, para satisfacer a Israel en su aproximación a Marruecos por sus denominados pactos de Abraham, exigió un cambio drástico de España hacia su antigua colonia. Y lo exigía invocando el Pentágono la posibilidad de llevarse allí, al otro lado del Estrecho de Gibraltar, el escudo antimisiles ubicado en la base hispano-estadounidense de Rota, entre otras presiones inadmisibles.

Ahora, el Gobierno español demanda a Estados Unidos con coraje que deje de atravesar España con sus cargamentos de armas destinados a Israel. Son propuestas del socio gubernamental Sumar asumidas por Sánchez, que afronta unos equilibrios de enorme dificultad a la hora de mantener unos apoyos parlamentarios donde tampoco faltan los chantajes del sector catalán ideológicamente situado más a la derecha.

Desgraciadamente, a los demócratas españoles nos esperan nuevas y controvertidas jornadas de zozobra y desafíos múltiples, frente a los que sólo la unidad de acción, basada en el respeto a la pluralidad y la sensatez que la humanidad política procura, se convierte en el más eficaz antídoto.

Responder

Your email address will not be published.

No olvides...

Cuando la escalera se barre por la mitad

La dimisión de Rayner subraya un principio fundamental de la democracia parlamentaria británica: la rendición de cuentas es implacable y vale…

Tambores de guerra en el Caribe venezolano

Con desembarco de tropas o limitándose al lanzamiento de misiles Tomahawk, el ataque norteamericano tendría que incluir también la jefatura…

Cómo quieres que la obra avance si no compras los materiales, ni le pagas al albañil

«El que encomienda una tarea sin proveer los medios, es como el que siembra sin regar; sus expectativas son la…

René: pasiones y diamantes

Los amores pasionales con final imprevisto siguen sorprendiéndonos por más que sean casi una costumbre sobre la costra del tiempo…