Una de cada cinco personas que recibe un diagnóstico oncológico, tiene cáncer de mama. Esta enfermedad es una de las principales causas de muerte por cáncer en mujeres en México. Más de 23 mil mujeres son diagnosticadas anualmente y aproximadamente ocho mil mueren por esta causa. Aunque en menor proporción, un poco más del 1% de los casos se presenta en hombres, en los que la enfermedad suele ser más agresiva.
Por eso los monumentos rosas, los listones, las campañas de concientización. Porque si se diagnostica a tiempo, las posibilidades de curación pueden ser hasta de 90%. Pero en México seguimos diagnosticando en etapas avanzadas y tenemos enormes retos de salud pública en detección temprana, acceso a tratamientos y el acompañamiento de los pacientes, porque esta enfermedad es una onda expansiva que también afecta su entorno familiar, social y laboral.
El cáncer de mama impacta principalmente a las mujeres mayores de 40 años y es más común en la posmenopausia. Sin embargo, en México existe una creciente incidencia en mujeres jóvenes a partir de los 25 años, que ya representa 14% del total de casos. Aunque se desconocen las causas, los factores de riesgo incluyen menstruación temprana, uso prolongado de anticonceptivos hormonales, la exposición a radioterapia durante la infancia o la adolescencia y por supuesto, los relacionados con el estilo de vida como el tabaquismo, el consumo de alcohol, la obesidad, el sedentarismo y la contaminación ambiental.
La genética también cuenta. Tener familiares de primer grado —madre, hermana, hija— con cáncer de mama u ovario, especialmente a edades tempranas, aumenta el riesgo. En estos casos es posible realizar un sencillo test genético que puede determinar con precisión si existen mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2, responsables de incrementar significativamente el riesgo de cáncer de mama y de ovario.
Además, en mujeres con cáncer de mama en etapas tempranas, también es muy importante realizar un estudio genético para determinar con mayor precisión el tipo de tratamiento. Un reconocido grupo de oncólogos mexicanos realizaron el estudio Tipificación genómica en pacientes mexicanas con cáncer de mama en etapas tempranas, liderado por el doctor Ernesto Sánchez-Forgach y del que también hacen parte los doctores Eduardo Barragán (GDL), Sonia Flores y César González (MTY), Carlos Alberto Ramírez-Alvarado (GTO), Servando Cardona-Huerta, Fernando Cordera y Miguel Ángel López Valle, entre otros, publicado en la American Society of Clinical Oncology (ASCO), una de las organizaciones con mayor prestigio y que establece estándares globales para el tratamiento y promueve la investigación para encontrar curas para todos los tipos de cáncer.
Este estudio en 1,673 mexicanas, demostró la importancia de realizar el análisis genómico en pacientes con cáncer de mama antes de iniciar tratamiento con quimioterapia, pues, de acuerdo a sus resultados, 61% de los pacientes analizados resultaron de bajo riesgo a metástasis y, por tanto, no requirieron quimioterapia. En cambio, aquellas que resultaron con riesgo genómico elevado recibieron el tratamiento. El impacto es enorme en la decisión clínica, la calidad de vida de las pacientes y en los costos asociados al tratamiento. Se trata de la prueba genética Mammaprint, que está disponible en México desde hace más de 15 años y es cubierta por las principales compañías de seguros.
Otros factores como tener un tejido mamario denso —muy común en mujeres latinas—, el primer parto a una edad avanzada o no tener hijos, también puede aumentar el riesgo. Así que, si tienes 40 años o más, aprovecha el mes de octubre y hazte una mastografía. Además, si el cáncer ha estado presente en tu familia y tienes la posibilidad, realízate un estudio de riesgo oncológico. La información es poder y la prevención salva vidas.
*Por su interés reproducimos este artículo de Juana Ramírez publicado en Excelsior.