Unos crían la fama, mientras otros cardan la lana

23 de octubre de 2025
1 minuto de lectura

El deber de un jefe es saber y reconocer el lugar exacto que debe otorgar a cada uno de sus subordinados por su trabajo…

‘Unos crían la fama, mientras otros cardan la lana’ es un refrán que como tal, expone claramente su auténtico significado.

Este dicho se usa para describir una situación donde una persona recibe el crédito por el esfuerzo de otra persona y se beneficia injustamente de ese trabajo no realizado por él. Coloquialmente, se aprovecha.

Suele ser habitual entre personas que se creen personajes con dotes superiores y acostumbran a beneficiarse con los éxitos logrados por otros.

Cuando creas una obra musical poco a poco, cotejando los compases y llegando a crear una partitura, estudiada y preparada día a día, no se te pasa por el pensamiento que otro músico cerca de ti se apropiará de tu esfuerzo cambiando algún que otro compás y lo presentará antes que tú como si se tratase de una obra suya.

Hoy en día, con el ‘corta y pega’ ocurre con más de una noticia con la que desayunamos y resulta ser la misma, pero cambiando el punto de vista de quien la da como suya perteneciendo a otro medio que la dio primero, por alguien que ‘estando al loro’ la dio antes.

Ocurre en muchas profesiones y hacen mucho daño a quien se sacrifica por su trabajo, mientras el laurel se lo lleva quien no ha movido un solo dedo y cobra por el trabajo, el sudor y el esfuerzo de otro.

Seamos leales a los méritos de otros, es muy dañino matar los egos de unos con la valía profesional de otros. Luego, suelen tender a recibir el laurel del triunfo quien menos ha luchado por lograrlo, y se lo dan por la cara…

Es la acción que logra que muchos profesionales con conciencia se tengan que marchar de las empresas por no ser valorados en su justa medida.

Sería bueno que las empresas fueran dirigidas por jefes justos, dando a cada cual su lugar exacto, no por amistad, familiaridad o empatía. Solo por sus conocimientos y su valía profesional reconocida.

Todos saldrían ganando y no existirían las guerras de egos que tanto daño hacen a las empresas y a ellos mismos, al sentirse ninguneados y desvalorizados.

Es difícil ser justos, pero es éxito asegurado para las empresas proporcionar a cada colaborador o trabajador su lugar exacto para ejercer su cometido con su profesionalidad reconocida. Todo funcionaria mejor y no existirían enfrentamientos.

El deber de un jefe es saber y reconocer el lugar exacto que debe otorgar a cada uno de sus subordinados por su trabajo.

Así ese refrán tan antiguo nos da su auténtico significado.

3 Comments Responder

  1. Hasta no hace muchos años había empresas mejores o peores, más grandes, mas chicas, medianas, multinacionales …….Habia jefes mejores o peores, había trabajadores también mejores o peores pero llegaron estos a acabar con los jefes aplastando sus empresas esas que dan trabajo y aplastando de paso las motivaciones del jefe para seguir dando trabajo A este ritmo de seguir apretando la soga a ver quién mantiene esto

  2. Por desgracia, es algo generalizado en todas partes, pero una buena educacion en principios morales, fomenta ese reconocimiento por el valor y el trabajo de los demás.

    No hay nada más satisfactorio que hacer una buena obra por uno mismo. Quizás esos que se dedican a «robar ideas» deberían probar alguna vez a hacer tan solo una cosa por si mismos, para descubrir que todo tiene un trabajo duro detras y que debe tener su reconocimiento.

  3. Pienso que el problema es cultural, aquí en España se aplaude al que se aprovecha, al que saca partido de algo sin merecerlo y encima se le reconoce como que es un “tío/a listo/a”. El que escala peldaños a pasos agigantados no suele ser por su valía sino porque ha pisoteado a otros que sí tienen principios morales y suelen ser los realmente valiosos, pero “respetan” y su buena educación les pierde.

    Esto es una realidad, cuando nos esteramos de que alguien ha conseguido algo “tirando de ingenio” pero de manera poco ética, nadie le dice a la cara “eso no está bien”, sino que se le ríe la gracia e incluso se le alaga por lo conseguido.
    La honradez está en desuso, porque el que es realmente honesto, la aplica hasta en los más pequeños detalles. Es triste, pero esta implantado en nuestra cultural de manera generalizada. Sufrimos las consecuencias de la mediocridad que llevamos mucho tiempo cultivando.

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