Hoy: 23 de noviembre de 2024
Como si fuese una pelota pinchada, acabo de patear una pequeña lámpara abandonada junto a un contenedor ¡y ha aparecido un genio! Lo peor es que por golpearla me ha concedido solo un deseo y después de pensar un poco lo tengo claro: ¡que todos los meses haya elecciones!
Sí, porque sería como vivir en una fiesta continua, como participar en un cumpleaños con piñatas repletas de sorpresas; como tener a Tinky Winky, Bebé Sol, Pol y Dipsy como mis nuevos mejores amigos y formar parte del mundo de los teletubbies en el que todo son sonrisas y amor puro; donde todos son buena gente, no hay paro, no hay mendigos, maltrato, acoso, corruptos, delincuentes, chorizos, hambre, cantamos canciones chupis y donde ganamos una pasta, por supuesto que justa, que nos permite irnos de vacaciones a las Maldivas o más allá. Incluso tomarnos un año sabático.
Sería la leche. Me emociono solo con pensarlo.
Y es que con elecciones todos los meses los políticos se dejarían ver en la calle fuera de sus coches oficiales, abrazarían y besarían niños mocosos sin cara de interés y, lo que es más importante: podríamos cerrar los ojos y nos ofrecerían una tierra de provisiones donde todo funcionaría como un reloj porque en la sanidad no habría listas de espera, pero sí los sanitarios necesarios.
Todo a gusto del votante
En los colegios nuestros hijos estarían en aulas con las ratios justas, sin plazas vacantes de docentes para una educación de calidad; los profesionales de la justicia estarían satisfechos con sus funciones y retribuciones para que los pleitos no se alargaran durante años; las pensiones serían dignas hasta para los autónomos; en los mercados los precios no nos harían correr asustados como posesos y nuestros jóvenes, además de trabajo fijo bien remunerado, podrían comprarse un coche, aunque fuese de segunda mano, y hasta un piso pequeño en las afueras.
Y no como ocurre en la actualidad, que sí que se van a las ‘afueras’, pero del país porque en el suyo no le reconocen ni valía, ni talento. Es o no es este mundo una fantasía. Pues claro que sí, querido lector. De no ser así no tendríamos a un presidente que desde que el pasado 16 de abril, en la convención municipal del PSOE en Valencia, avanzara la movilización de 50.000 viviendas de la sareb, el ‘banco malo’, no ha dejado de lanzarnos millones y pisos a la cara como si tratase de un rey mago echando caramelos desde su carroza.
Que si millones para los jueces, que si millones para avalar las hipotecas de los jóvenes, que si millones para más viviendas de alquiler social…. ¡Qué hombre este presidente! Si maneja tanto cash no me explico cómo tenemos la deuda que tenemos o que no podamos controlar el euribor o la inflación por culpa de un IPC que es peor que un dolor de muelas. Y eso que ahora ya no se habla de la prima de riesgo porque hubo años en los que daba muy mal rollo.
Pero de la alegría de los regalos en forma de promesas que jamás se cumplen participan todos, y hasta en la oposición tiran confetis y serpentinas de colores sabiendo (algunos) que como no van a ganar no tendrán que cumplir nada. Se trata de ilusionar, o más bien de engañar, que es lo que hacen cuando se anuncian proyectos que nunca verán la luz o inversiones que solo son papel mojado o que, en el mejor de los casos, con suerte verán nuestros nietos, como las canalizaciones de un pantano en la Costa de Granada que se acabó hace 20 años y que solo sirve para embalsar agua que no tiene por dónde ir a los cultivos mientras el campo se muere se sed.
Pero ¡y la ilusión que nos hace bailar en esta verbena!
Somos facilones y nos dejamos engatusar por el millón fácil, por el puerto de mar imposible como el que prometió un candidato a diputado en el siglo XIX al pueblo de Pitres, en el corazón de la Alpujarra, aunque para ello fuese necesario remolcar el agua en jerpíles y espuertas de esparto desde la playa de Motril.
¡Se lo guardan todo para soltarlo en quince días y se olvidan de que tienen cuatro años para ir haciendo cosillas sin necesidad de dejarlo todo para el final!
El viernes empiezan Valencia y Madrid
El viernes empieza la campaña para las municipales y autonómicas en lugares como Valencia y Madrid, así que pida lo que desee que le aseguro que siempre llegará un candidato que prometerá traérselo envuelto con lacito y corazones.
Pida usted lo que sea, todo lo que se le antoje, y déjese llevar por esa música mitinera, por todo lo que suene a esas cosas que harían que nuestra vida fuese menos dura y sobre todo menos real, porque ésta —que es la que conocemos de cuando no hay elecciones a la vista—, es una mierda para muchos llena de ingratitud, servicios que no funcionan, oportunidades que no existen, crápulas en el poder, saltimbanquis en las instituciones, igualdad que no llega, principios que no se cumplen, valores que se desprecian, apuros para llegar a fin de mes y sueños rotos, muchos sueños convertidos en pesadilla.
Si fuese político yo prometería lluvia para los martes y jueves y buen tiempo para el fin de semana. Nada de santos en procesiones ni rezos a San Benito o la Virgen de las Lágrimas, que para eso tenemos a nuestros políticos en campaña y ellos todo lo pueden. No sé cómo no se le ha ocurrido a nadie todavía. El que lo haga lo peta sin ayuda de José Félix Tezanos Tortajada en los sondeos del CIS. Ahí lo dejo genio de la lámpara.
¡Qué mala leche tiene el tío, un solo deseo por una patada de nada a lo Panenka!