La Cruz del Valle de los Caídos, ahora renombrado como Valle de Culegamuros, se mantendrá tras el proceso de resignificación que prepara el Gobierno de Pedro Sánchez. También permancerán la comunidad benedictina y el culto en la Basílica, que no será desacralizada, según han confirmado fuentes gubernamentales y la Iglesia.
Las intervenciones en el templo se estudiarán bajo criterios litúrgicos, respetando su finalidad religiosa y garantizando un acceso independiente. La Archidiócesis de Madrid ha destacado que, en su diálogo con el Gobierno, se ha acordado conservar los elementos religiosos ubicados fuera de la Basílica.
Cualquier otro aspecto de la resignificación depende exclusivamente de la Santa Sede y el Gobierno, que han liderado las negociaciones. En este contexto, el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, se reunió el 25 de febrero con el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, para tratar este tema.
El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, ha participado en el proceso como interlocutor dentro de una comisión eclesial. Se han intercambiado «notas privadas» para definir la resignificación del Valle, siempre con el compromiso de respetar los elementos religiosos y mantener el culto en la Basílica.
La Archidiócesis ha subrayado que su papel es únicamente de acompañamiento, sin jurisdicción sobre la Basílica ni la comunidad benedictina. Todos los acuerdos han sido fruto de intercambios de cartas y reuniones entre las partes involucradas.
Además, recientemente se produjo el relevo del prior de la Abadía, Santiago Cantera, tras cumplir tres trienios como administrador. Su sucesor, Alfredo Maroto, fue designado en el marco de un proceso de discernimiento dentro de la comunidad benedictina.