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El papa

Benedicto XIII

Estoy escribiendo una novela histórica sobre Benedicto XIII, el papa Luna, del que siempre estuve convencido como hombre de Dios auténtico, que no abdicó por la responsabilidad que legítimamente se le había encomendado. Inicio esta reflexión para recordar a todos que la Historia de la Iglesia está llena de sobresaltos, que tienen mucho que ver con la tempestad evangélica en la barca de Pedro donde, aparentemente, Jesús duerme y termina abriendo los ojos para recriminar a los suyos: Hombres de poca fe.

Amo a este papa y a todos los papas como vicarios de Jesucristo sin que esto signifique estar siempre de acuerdo en las determinaciones que no afectan a la esencialidad de los dogmas. En estos días se ha recordado la frase célebre y definitiva de San Agustín: En lo esencial, unidad; en lo dudoso libertad; en todo, caridad.

Yo tampoco estoy de acuerdo en que este papa haya mandado un embajador a Venezuela, cuando la comunidad internacional rechaza las últimas elecciones como fraudulentas, pero Su Santidad Francisco es jesuita y alguna razón tendrá.

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