El invierno volcánico también contribuyó al fin de los dinosaurios. Es la teoría que sugiere un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances. Una hipótesis que desafía al relato de que un meteorito por sí solo acabó con estos animales. De hecho, la investigación expone que un enfriamiento climático global por erupciones masivas pudo influir en su extinción.
En concreto, las erupciones volcánicas de las trampas del Decán, una meseta en el oeste de la India formada por lava fundida. Es posible que pudieran desempeñar un papel clave en el enfriamiento del clima global hace unos 65 millones de años.
El estudio ha atraído el interés de investigadores de todo el mundo. Desde a aquellos que martillan rocas en las trampas del Decán hasta los que analizan las muestras en Inglaterra y Suecia.
En el laboratorio, los científicos estimaron cuánto azufre y flúor fueron inyectados en la atmósfera por erupciones volcánicas masivas en los 200.000 años previos a la extinción.
Sorprendentemente, descubrieron que la liberación de azufre podría haber provocado una caída global de la temperatura, un fenómeno conocido como invierno volcánico.
«Nuestra investigación demuestra que las condiciones climáticas eran casi con certeza inestables, con repetidos inviernos volcánicos que podrían haber durado décadas, antes de la extinción de los dinosaurios», dice en un comunicado Don Baker, coautor del estudio.
Este profesor de la Universidad McGill de Montreal, Canadá, aclara en el comunicado que su trabajo ayuda a explicar este fenómeno trascendental de extinción. El mismo «que condujo al surgimiento de los mamíferos y la evolución de nuestra especie», añade.
«Imagínese hacer pasta en casa. Se hierve el agua, se le agrega sal y luego la pasta. Parte de la sal del agua pasa a la pasta, pero no mucha», explica Baker sobre la técnica para estimar las emisiones de azufre y flúor.
Al igual que Baker y su equipo calcularon las concentraciones de sal en el agua que cocía la pasta, con el análisis de la sal en esta, la nueva técnica permitió a los científicos medir el azufre y el flúor en muestras de rocas. Y sus resultados los ayudaron a calcular la cantidad de estos gases liberados durante las erupciones.