Dejó escrito Baudelaire que el dandi, por su condición, debe vivir y morir ante el espejo. Por eso, ha de ser muy doloroso salir a la calle y encontrarse siempre con los mismos abucheos y displicencias que vienen, según el que los recibe, de los “inconformistas”. Que ya parece cansina e insostenible tanta falta de conformidad.
Ante el mantenimiento incesante de los agravios quedan dos opciones: o no salir o ir en Falcon a la esquina de enfrente a por el pan. El no salir podría convertir al Presidente en un ermitaño laico, es decir, en un tonto la haba. Y usar el falcón con desmesura llenaría de humos indebidos la coherencia a la que nos tiene acostumbrados.
Si me permitiera el Presidente yo le aconsejaría que delegue más en los ministros su presencia. De ese modo, se irán acostumbrando ellos también a las alabanzas que les esperan: cómplices son de lo que llaman desventuras “los inadaptados”.