Hoy: 22 de noviembre de 2024
William Ospina escribió un insuperable poema sobre el Coloso de Rodas, destacando que fue engendrado en bronce para que fuese eterno, pero el mar lo deshizo con el mordisco de sus dientes fríos. Y concluye el poeta, al parecer dolido, lamentándose de que “el vasto centinela” fuese ya derrotado.
En nuestro Alcázar de Madrid, habitado por los reyes anteriores a Carlos III, se declaró un incendio del que sólo pudo salvarse la estatua en bronce de Carlos V, que preside hoy el Salón de las Columnas del nuevo Palacio Real. En la primera piedra del Alcázar devastado se esculpió: “Pensado para la eternidad”. En el hermoso palacio que hoy ocupa su lugar, se grabó el mismo deseo… Dios permita que la eternidad traspase nuestro tiempo.
A pesar de sus inmensidades, todo es efímero. Las casas y las cosas. La vida real y la soñada. Los colosos familiares de cinceladas ambiciones. Las leyes promulgadas ajenas al bien común. Los aires de grandeza… “Por toda la hermosura yo nunca me perderé, sino por un no sé qué, que se alcanza por ventura”, había escrito San Juan de la Cruz pensando en que no merece la pena levantar colosos aquí, sometidos al terremoto de las circunstancias.