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El agua de la lluvia ya no es potable en ningún rincón del planeta

Según un estudio publicado por la revista Environmental Science & Technology, el agua de lluvia ya no es potable en ningún rincón del planeta a causa de la presencia de ciertas sustancias químicas que pueden resultar cancerígenas.

Ni siquiera los lugares menos perjudicados por la mano del hombre como la Antártida o el Tíbet se libran de esta contaminación química, según han señalado un grupo de investigadores de la Universidad de Estocolmo y de la ETH Zúrich.

En su artículo, los científicos advierten que el agua de lluvia está contaminada con sustancias químicas perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés) que pueden suponer un riesgo para la salud humana, al ser sumamente persistentes en el medio ambiente y en el organismo ya que tienden a acumularse con el tiempo.

Estos compuestos son producidos por el hombre y se usan en gran variedad de industrias como textiles, alimentarias, electrónicas, de la construcción, etc. Las personas pueden exponerse a las PFAS de diferentes maneras: en alimentos como el pescado, frutas o huevos; en el agua potable; antiadherentes, ceras, pinturas e incluso en productos domésticos o de limpieza. Los alimentos pueden contaminarse a través de suelo y agua afectados que se utilizan en los cultivos, o por la concentración de estas sustancias en los animales que las han ingerido por agua o piensos.

La investigación destaca que pese a que el principal fabricante de estas PFAS los eliminó de forma gradual hace décadas, los niveles de algunas no están disminuyendo de la forma esperada. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, estableció el pasado año un nuevo umbral de seguridad para las principales PFAS que se acumulan en el organismo: el ácido perfluorooctánoico (PFOA), el sulfato de perfluorooctano (PFOS), el ácido perfluorononanoico (PFNA), y el ácido sulfónico perfluorohexano (PFHxS). El umbral establecido es una ingesta semanal tolerable (IST) por grupo de estas sustancias de 4,4 nanogramos por kilogramo de peso corporal.

Como hemos contado, las PFAS pueden tener contraindicaciones para la salud humana, relacionándose con efectos negativos en el sistema inmunitario, cáncer, infertilidad o perturbación de la hormona tiroidea. En cuanto a la población infantil, los estudios desvelaron que los niños pueden sufrir alteraciones en el desarrollo, peso bajo al nacer, daños hepáticos, renales e inmunitarios.

En nuestro país, en 2017 un grupo de científicos aseguraron que los residentes en Galicia y Cataluña eran los más expuestos a este tipo de sustancias, en contraposición a los habitantes de las Islas Canarias, que mostraron niveles más bajos. Además, el tabaco y la dieta también influyen en los niveles de PFAS de nuestro organismo, así como el consumo de pescado. También el consumo de cerveza y vino puede aumentar las concentraciones de estas sustancias en el caso de bebedores regulares (de una a seis veces por semana).

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