Hoy: 23 de noviembre de 2024
Estados Unidos celebra este martes unas elecciones legislativas en un ambiente enrarecido por el descontento económico, la polarización política y los enfrentamientos sobre las libertades individuales. Serán unos comicios que renovarán 435 escaños de la Cámara de Representantes -Cámara Baja del Congreso- y de un tercio del Senado -la Cámara Alta que reparte en esta ocasión 35 escaños- durante los dos últimos años que restan de mandato al actual presidente, Joe Biden. Su resultado determinará las posibilidades que tiene su Administración para gestionar la recta final de la legislatura y será un plebiscito acerca de su figura después de dos años en el cargo.
La inflación ha sido uno de los temas más candentes durante la campaña electoral, según ha informado Europa Press. Se ha convertido en un asunto que ha instrumentalizado el Partido Republicano al estar en la oposición y no sufrir un desgaste como el que supone gobernar para mejorar sus previsiones demoscópicas. Los republicanos son los favoritos a imponerse al Partido Demócrata en la Cámara de Representantes.
Por su parte, en lo que respecta al Senado, los demócratas tienen un escenario más favorable pero tampoco tienen el triunfo asegurado. Según los sondeos de la cadena americana CNN, los dos partidos están a dos escaños de obtener la mayoría de la Cámara Alta. Así, tampoco se puede descartar una victoria total y rotunda de los republicanos en el Congreso.
Si algo caracteriza a estos comicios es su naturaleza local y regional, donde también se elegirán a gobernadores y secretarios estatales, además de otras votaciones extraordinarias en relación con temas tan relevantes como las libertades de voto o el derecho al aborto. De hecho, hay que recordar que el pasado 24 de junio la mayoría conservadora del Tribunal Supremo suprimió el amparo constitucional del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo.
La inflación en Estados Unidos se acerca a máximos nunca vistos en 40 años y un 77 por ciento de los estadounidenses considera que es un tema primordial a la hora de decidir su voto, según la última encuesta publicada este domingo por ABC News / The Washington Post.
El Partido Republicano, según esta encuesta, aventaja en doce puntos o más a los demócratas en los índices de confianza a la hora de gestionar la situación económica en Estados Unidos.
Sin embargo, los demócratas responden con una ventaja significativa en la confianza de la población para un tema tan delicado como el aborto. En la encuesta, un 66 por ciento de estadounidenses considera que el aborto debería ser legal en todos o en la mayoría de los casos, el porcentaje más alto el más alto en las encuestas de ABC / Post desde 1995.
Se trata, además, de una subida de 8 puntos desde abril, dos meses antes de la citada resolución del Tribunal Supremo sobre el aborto.
Estos temas terminaron de conjugarse en los últimos coletazos de campaña el pasado sábado, en los que Joe Biden pidió el voto para “proteger la democracia” mientras que el expresidente estadounidense y todavía gran figura del Partido Republicano, Donald Trump -quien maniobra con volver a presentarse a la Casa Blanca en 2024– acabó clamando por una “ola gigante republicana” para “salvar el sueño americano”.
A pesar de medidas tan aplaudidas como las que han facilitado el descenso del paro (un 3,7 por ciento en octubre, próximo a mínimos nunca vistos en décadas) o la condonación parcial de la deuda universitaria, Biden llega a estos comicios con un
índice de aprobación del 38 por ciento, según una encuesta publicada a finales de octubre por Pew Research, idéntica a la calificación de aprobación de Donald Trump en un punto similar de su presidencia.
La aprobación de Biden es más baja que la de otros presidentes recientes en el período previo a su primera elección legislativa, como Ronald Reagan (42 por ciento) y Bill Clinton (41 por ciento) o Barack Obama (46 por ciento). Esos tres presidentes, como Biden, perdieron terreno durante sus primeros dos años en el cargo.
El dominio de Trump en el Partido Republicano, impermeable a las acusaciones de instigar el asalto al Capitolio en enero de 2021 o a la investigación abierta por el FBI, redada incluida a su mansión de Mar-a-Lago, sobre la posible apropiación de documentos clasificados, son un ejemplo más que ponen los expertos sobre la crispación política que sigue dominando el país.
Esta tensión se tradujo a finales del mes pasado en el ataque contra Paul Pelosi, el marido de la presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, agredido en su domicilio por el extremista David DePape, conocido por rechazar el resultado de las
presidenciales de 2020 que dieron la victoria a Biden, detonante del asalto del año pasado al Congreso.
Este ataque terminó de concretar la advertencia formulada a mediados de octubre por el grupo de expertos Soufan Group, que alertaba en un informe sobre la posibilidad de un nuevo estallido de violencia política durante las elecciones legislativas mientras el Southern Poverty Law Center (SPLC) volvía a poner de manifiesto en un estudio las conexiones entre los radicales del Partido Republicano, los movimientos extremistas y plataformas de desinformación.
A raíz de artículos falsos publicados en tabloides como el ‘Santa Monica Observer’ o ‘The Gateway Pundit’, que vinculaban incluso a Paul Pelosi con su agresor sin prueba alguna, sumados a declaraciones de extremistas republicanos como la congresista Marjorie Taylor-Green, que responsabilizó indirectamente a Biden del ataque al criticar su incapacidad para controlar la violencia en las ciudades, el discurso en torno al ataque acabó completamente enmarañado.
“Para cuando terminó la semana del ataque, casi nadie en la derecha estadounidense, ya fuera un extremista abierto o un comentarista conservador ostensiblemente respetable, reconocía que el ataque fue un acto de violencia política”, a tenor de las conclusiones del SPLC.
Poco o nada ha cambiado el ambiente político y el “hiperpartidismo” desde la llegada de Biden al poder, y cada acontecimiento no hace sino exacerbar esta fricción, ya sean las decisiones del conservador Tribunal Supremo contra el aborto, la lucha contra la pandemia, la crisis económica derivada de la guerra de Ucrania, los procesos judiciales contra los participantes en la insurrección en el Capitolio, los ataques con armas de fuego contra los colegios del país o la investigación contra el expresidente Trump.
Según una encuesta de The New York Times, el 68 por ciento de los aspirantes aocupar un lugar en el Congreso o en los gobiernos locales cree que hubo irregularidades en esas presidenciales, mientras Trump ha comenzado en muchos sentidos a presentar sus aspiraciones en estas elecciones de mitad de mandato.
De hecho, fuentes del portal Axios, próximas al exmandatario, creen que podría anunciar el 14 de noviembre, como muy pronto, su nueva apuesta a la Casa Blanca, menos de una semana después del final de los comicios.
Sumando todas estas circunstancias, más la amplificación que proporcionan las redes sociales a las narrativas mencionadas, el grupo Soufan traslada la “preocupación” sobre la posibilidad de que Estados Unidos acabe siendo presa de una “profecía que se cumpla a sí misma”; una en la que las “predicciones más graves acaben cumpliéndose”, con el efecto inmediato de un aumento de la violencia “antes, durante y después de los comicios”.