Entiendo yo que la base de la teología antropológica, que se hace miniatura espléndida en los místicos del siglo XVI, está fundamentada en la dignidad del hombre al hacerse precisamente Dios Hombre en Jesucristo para amarlo y dignificarlo.
El Dios preciosamente humanado lo refleja San Juan de la Cruz en el capítulo 22 del segundo libro de la Subida: “Y si también quisieras otras visiones y revelaciones divinas, mira a Jesucristo, también humanado, y hallarás en eso más que piensas”. Santa Teresa de Jesús reforma el Carmelo con su postura doctrinal definitiva: “Divino y Humano junto”.
La última encíclica del papa Francisco, Dignitas Infinita, viene a recordar a la sociedad lo que nunca debe ser olvidado, que al hombre la viene la dignidad porque Dios la ha hecho suya, trasladando a su vida el amor infinito…
De todo se deduce que es una flagrante contradicción promover el aborto, en Naciones Unidas o en cualquier estamento público, como un derecho. El ser humano tiene derecho a vivir y a que, entre todos, mejoremos su vida, nunca a que se la quitemos.