Deudas

19 de junio de 2023
1 minuto de lectura
Las deudas se convierten en nudos. | Fuente: Pixabay

Mateo, el de las pipas, y Benito el estanquero, forman parte todavía de ese paisaje que se detiene en la niñez como un escalofrío que reserva nuevas enseñanzas. Recuerdo a los dos porque a los dos defraudé con la mejor indisciplina de las travesuras.

A Mateo le compraba cigarrillos de matalahúva para que en casa no descubriesen el vaho de la nicotina. A perra gorda el canutillo, que le iba debiendo porque no se estilaban entonces las tarjetas de crédito. A Benito fui a por sellos de correos más de una mañana diciéndole que volvería; y se murió, sin haberlos cobrado: supongo que las cartas llegaron sin saberlo a su destino. También Mateo, en su desgana, se llevó al cielo mis deudas y el apretado cilindro de sus matalahúvas.

A veces creo que la eternidad es absolutamente necesaria para pagar las deudas a tantos como les debemos.

Responder

Your email address will not be published.

No olvides...

Una década perdida para América Latina

A pesar de los recursos naturales y el talento humano, América Latina no logra consolidar un crecimiento sostenido…

La envidia: raíz de la crueldad en la infancia

“No es la riqueza lo que corrompe, sino la ausencia de empatía lo que devora.”…

El perdón es la clave para una vida en armonía

Al perdonar, reconocemos nuestras emociones y decidimos no ser prisioneros del dolor…

El corazón deshabitado de René

Don Servando comenzó a explicar a sus alumnos que el pastorcico era Jesucristo, quien había puesto en su pastora el…