13.400 millones de años después, llega una pista del pasado que nadie esperaba. La galaxia más lejana jamás observada, JADES-GS-z14-0, no solo brilla con intensidad en los límites del universo observable, también contiene oxígeno, un elemento clave que jamás se pensó encontrar en una etapa tan temprana del cosmos.
Este descubrimiento, respaldado por observaciones del radiotelescopio ALMA en Chile y confirmado por equipos internacionales de astrónomos, cambia lo que creíamos saber sobre cómo y cuándo se formaron las primeras galaxias. Hasta ahora, se asumía que en el llamado amanecer cósmico, las galaxias recién nacidas solo contaban con elementos ligeros como el hidrógeno y el helio. El oxígeno, producto de generaciones de estrellas, parecía aún muy lejano. Pero esta pequeña y brillante galaxia ha cambiado las reglas del juego.
“Es como encontrar a un adolescente donde solo esperábamos bebés”, explicó el astrónomo Sander Schouws, autor principal de uno de los estudios. Una imagen que refleja lo desconcertante del hallazgo: JADES-GS-z14-0 no solo se formó temprano, sino que maduró con una rapidez inesperada, generando elementos pesados diez veces más rápido de lo previsto.
Además de oxígeno, los estudios apuntan a una densidad estelar intensa que sugiere una actividad galáctica acelerada en el universo joven.
El hallazgo cuestiona las cronologías actuales sobre la evolución de las galaxias. “La madurez de esta galaxia tan pronto tras el Big Bang nos obliga a replantear el cuándo y el cómo del nacimiento estelar”, señaló Stefano Carniani, autor del segundo estudio.
Con la mirada puesta en nuevos telescopios y misiones, la ciencia astronómica vuelve a una lección recurrente: el universo siempre guarda una sorpresa más allá de las estrellas.