Hoy: 25 de febrero de 2025
Agentes de la Guardia Civil, en colaboración con la Policía Nacional, funcionarios de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria y la Policía Judiciária de Portugal, han desmantelado la mayor red de narcotransportistas del Estrecho, responsable de las recientes incautaciones de 4.000 kilos de hachís y 627 kilos de cocaína.
Esta operación, llevada a cabo de manera simultánea en España y Portugal y coordinada por la Fiscalía Especial Antidroga de Jerez, ha culminado con la detención de 19 personas, además de otras 12 que ya estaban en prisión, y la realización de 24 registros domiciliarios.
También ha permitido frustrar hasta cuatro operaciones de la organización y confiscar tres armas cortas, 1.400.000 euros en efectivo, 19 vehículos de alta gama, sistemas de comunicación, material informático y dos narcolanchas en Portugal, así como otras tres embarcaciones en España. En el operativo han participado un total de 250 agentes.
La organización contaba con una media de entre ocho y diez embarcaciones EAV (Embarcaciones de Alta Velocidad) que permanecían constantemente en el agua, cada una con su respectiva tripulación. Además, disponían de una extensa red de pequeñas embarcaciones que utilizaban para proveer de víveres, combustible, y otros suministros a las embarcaciones principales.
La desarticulación de la red de narco transportistas del Estrecho no solo ha representado un golpe significativo al tráfico de drogas en la región, sino que también ha revelado la complejidad y el alcance de las operaciones ilícitas llevadas a cabo por esta organización criminal.
La investigación, que se inició tras el naufragio de un narco submarino con 6.000 kilos de cocaína provenientes de Sudamérica, puso al descubierto la sofisticación con la que operaba este grupo delictivo. A pesar de los obstáculos mecánicos que llevaron al hundimiento del submarino y frustraron su carga, las autoridades detectaron la presencia de una red bien estructurada, capaz de coordinar operaciones de gran envergadura.
La colaboración entre las autoridades españolas y portuguesas fue fundamental para el éxito de la operación. La identificación del centro de operaciones en una lujosa urbanización de Lisboa, dirigido por un narcotraficante veterano con amplios conocimientos del negocio, permitió desmantelar toda la infraestructura utilizada para el tráfico de drogas en la región del Estrecho.
Además de las embarcaciones de alta velocidad utilizadas para el transporte de la mercancía ilícita, la organización contaba con una extensa red de colaboradores en Sanlúcar de Barrameda, una localidad estratégica debido a su ubicación geográfica y su conexión con el tráfico marítimo. Esta red proporcionaba apoyo logístico, facilitando combustible, víveres y otros suministros necesarios para las operaciones de contrabando.
La incautación de armas, vehículos de alta gama, equipos de comunicación y una gran cantidad de efectivo durante los registros domiciliarios evidenció el poder económico y la capacidad de autoprotección de la organización. Su capacidad para eludir la acción de las autoridades durante tanto tiempo resalta la necesidad de una cooperación internacional continua y coordinada para combatir el crimen organizado en todas sus formas.
En resumen, la operación conjunta entre España y Portugal no solo logró desmantelar una importante red de narcotráfico, sino que también demostró la importancia de la colaboración entre países para hacer frente a las organizaciones criminales transnacionales y proteger la seguridad y el bienestar de la sociedad.