A Esaú le gustaba la caza y las fatigas del campo. Jacob prefería los enredos domésticos, los guisos rojos de cordero y lentejas, mientras resolvía en su corazón como usurpar a su hermano los privilegios y responsabilidades de la primogenitura. El día en que Esaú llegó cansado de sus andanzas rurales y vio cómo de la tienda de Jacob brotaba el humillo de la comida gustosa , pidió a su hermano un plato que le remediase del hambre. Esaú aprovechó el apetito fraterno y le pidió a cambio los privilegios que no le correspondían.
…Suelo ver en la televisión películas históricas o reportajes interesantes de youtube. Alguna que otra vez, también observo la variedad de tertulianos “independientes” en los canales conocidos, para comprobar si cayeron o no en la tentación de probar las lentejas que ofrecen allí a cambio de justificar lo injustificable. Tienen escondidas las lentejas debajo de las mesas: el olor de lo sabroso traspasa a conciencia el pudor de las pantallas. Con disimulo, observo la falta de modestia en que ellos/as traen aprendido el sofisma de sus razones. Según la vehemencia con que defienden el disparate, sabemos quién tiene el plato más lleno.
¡Se ha de tener muchas ambición, mucha hambre o mucho miedo, para vender lo mucho por tan poco! ¡Al fin y al cabo, son lentejas!