Decisión en el día de San Pedro Mártir

29 de abril de 2024
3 minutos de lectura
Decisión de Pedro Sánchez en el día de San Pedro Mártir
Pedro Sánchez abandona el hemiciclo del Congreso de los Diputados., en una imagen de archivo. /EP

El presidente Pedro Sánchez anuncia hoy a las 11, sin periodistas, si se queda o se va tras reflexionar durante cinco días si merece la pena seguir en el cargo

Tic-tac, tic-tac, tic-tac… Desde luego este Pedro Sánchez sabe cómo llamar la atención. Lo suyo es el golpe de efecto, el giro de guion inesperado y nadie puede negar que estos últimos cinco días, en palabras de Óscar Puente, se ha hecho “el puto amo” de la escena política española. No se ha hablado de otra cosa. Ni siquiera de las elecciones catalanas, en plena campaña, que es de lo que estaríamos hablando de no haber sido por este ‘dolor de alma’ que le ha dado al presidente hasta hacerlo dudar de si merece la pena seguir en esto, es decir en la política.

Desde el sorpresón por la inédita e insólita carta, Pedro Sánchez se ha mantenido en reflexión enclaustrado en la Moncloa, y hoy, precisamente festividad de San Pedro Mártir, despejará la margarita: sigo, no sigo, sigo, no sigo… Ya se sabe que San Pedro Mártir fue Pedro de Verona y fue un religioso dominico y sacerdote, asesinado en 1252 y canonizado un año más tarde por el Papa Inocencio IV. ¿Habrá sido casualidad que el líder socialista haya elegido un día como hoy para dar a conocer su futuro? Con alguien como Sánchez nunca se sabe, pero si lo que anuncia es que se va lo del martirio no puede ser cosa del azar.

No pongo la mano en el fuego para asegurar qué anunciará. La incertidumbre es absoluta. Pocos lo saben pero en el PSOE están como un flan de huevo sin galleta, no tanto porque si abandona el cargo “está en juego la democracia”, como algunos ministros y fanáticos sanchistas se atreven a decir, como porque se quedan sin cargos y sueldos. Y ya se sabe que la vida está ‘mu’ mala y más cuando se trata de chollos en la cosa pública.

Tic-tac, tic-tac, tic-tac… Hoy es el Día D y la hora H será a las 11, en la que se despejarán las dudas y el líder socialista dirá si sigue como presidente después de pensárselo mucho, y más tras las entusiastas muestras de apoyo que ha recibido en la calle durante el fin de semana, o se va y lo deja todo para castigar a los malvados de este país que se han atrevido a meterse con su amada esposa, Begoña Gómez.

Si sigue lo hará reforzado, envalentonado y hay quien se teme que pondrá en marcha mecanismos para acabar con lo que considera acoso y derribo de él y de su familia por parte de la derecha y la ultraderecha que se esconde tras las togas, medios de comunicación y los partidos de la oposición que cuestionan su proceder y sus políticas basadas en la mentira, porque, las cosas como son, a las elecciones llegó con mentiras, y gordas, para hacer después justo lo contrario.

Tras este periodo reflexivo, de seguir se siente ‘autorizado’ a poner los medios necesarios para que, en palabras de la vicepresidenta María Jesús Montero, “ganen los buenos”, que está visto que son ellos y que los malos son todos los demás que no piensen como ellos. Es un análisis simple y los mensajes en estos días han sido claros: impedir a toda costa cualquier argumento que cuestione la actuación del Gobierno, que debe ser intocable.

Pero puede irse y parece que el temor a que sea una decisión tomada le hace temblar las piernas a su séquito de palmeros porque dejaría al partido en una situación delicada, y eso que se han ganado para la causa en las últimas horas al díscolo -pero solo de boquilla- Emiliano García Page. De irse lo haría para abrocharse en junio, tras las elecciones, un alto cargo europeo y cumplir su sueño de ir de hombre de estado, estadista de talla ahora que chapurrea el inglés.

Cuando pienso en los daños colaterales de esta opción, la de abandonar, y veo que en la línea sucesoria están María Jesús Montero o el mismísimo Zapatero, se me viene a la cabeza el chiste de aquel hombre que iba por el campo cazando mariposas y tiene la mala suerte de tropezar y caer por un precipicio de 1.500 metros de profundidad. En la caída logra agarrarse a una rama y pedir ayuda desesperada:

-¿Hay alguien ahí?

Y entonces oye una voz con eco:

-¡Alguien, alguien, alguien!

La angustia aumenta y el hombre vuelve a intentarlo. Entonces escucha una voz potente y segura:

-Si hijo mío, está Dios. Suéltate de la rama y déjate caer al vacío, que antes de que te estrelles contra el suelo enviaré a mis ángeles volando con sus alas blancas para que te salven y te depositen sin daño alguno.

El hombre se queda pensativo unos segundos y tras analizar las opciones vuelve a preguntar:

-Sí, vale, ¿pero hay alguien más?

Pues eso: ¿Hay alguien más?

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Anna D.

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