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De vida retirada

Estatua de fray Luis de León

Al exministro socialista que no suelta el acta de diputado y que parece ser que tuvo tratos con un supuesto secretario que, supuestamente, compró mascarillas sin permiso de nadie, le gusta la poesía. Conociendo a fray Luis de León, el exministro ha optado por cumplir con la oda que el fraile agustino escribió antes de que le llevaran la cárcel: “¡Qué descansada vida/ la del que huye del mundanal ruido,/ y sigue la escondida/ senda por donde han ido /los pocos sabios que en el mundo han sido”!

Me temo, sin embargo que, en su apartamiento, el señor exministro no tiene pensado, como fray Luis, escribir Los nombres de Cristo ni La perfecta casada, sino más bien replegarse para sopesar que las envidias de los propios duelen y queman más que el fuego incesante de las guerras: “Aquí la envidia y mentira / me tuvieron encerrado. /Dichoso el humilde estado/ del sabio que se retira”.

En la vida religiosa, con más uso del guante blanco, suceden cosas parecidas. A fray Luis de León, después de meterlo en la cárcel sus hermanos envidiosos, le eligieron provincial de los agustinos y, sabiendo quizá lo que podía esperarle, se murió sin tomar posesión, por el camino.

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