Hoy: 23 de noviembre de 2024
Guirigay: lenguaje difícil de entender; jaleo o bulla; ruido confuso de voces o gritos o de sonidos discordantes; escena de confusión y desorden (Diccionario de uso del español, María Moliner).
Carlos Lesmes, presidente del Tribunal Supremo y Consejo General del Poder Judicial (Madrid, 1958), renunciante in pectore, presidió este jueves 29 lo que podría ser su último pleno ordinario.
Fueron cuatro horas en las que el asunto más relevante era el último punto del orden del día: el nombramiento de dos magistrados del Tribunal Constitucional para sustituir a los magistrados Santiago Martínez-Vares (conservador) y Juan Antonio Xiol (progresista) que el CGPJ anterior al actual designó en junio de 2013 por nueve años que vencieron el pasado 12 de junio.
Si se echa una mirada al acta de aquel nombramiento, el Pleno presidido por el magistrado Gonzalo Moliner, entonces presidente del CGPJ, empezó a las 10:00 horas y la votación acabó a las 10:40 horas. Quizá este único dato representa mejor que cualquier otro el deterioro del sistema judicial y constitucional en España si se compara con la obligación incumplida el pasado 13 de septiembre de nombrar a los sustitutos de los mencionados magistrados. Una obligación deliberadamente incumplida por la política del Partido Popular, como lo es la de bloquear la renovación del CGPJ, que se dirige, si nadie lo remedia, a cumplir dos mandatos cuando fue elegido, según la ley, por uno de cinco años,
Sobre las 11:40 de este jueves, Lesmes presentó el último asunto del orden del día: los nombramientos. Relajado, explicó que la competencia para ello había sido restituida. “Los nombramientos hay que hacerlos porque así lo dicen la Constitución y la ley Orgánica del Poder Judicial, sin esperar a nada y sin esperar a nadie. Y en cuanto a la renovación del CGPJ espero algún gesto de las negociaciones. Si no se produce en la semana próxima, yo me voy y ya está. Que me voy a ir. Así de claro lo digo”.
Y entonces pidió una rendición de cuentas de por qué los negociadores no han llegado a un acuerdo desde el 8 de septiembre pasado para realizar los nombramientos en el TC. Al primero que le dio la palabra fue al negociador del sector conservador, José Antonio Ballestero, quien explicó que habían dispuesto de muy poco tiempo, y que en dos o tres reuniones no se podía resolver el asunto.
“Ya sé que pasó. Pero cuáles son las previsiones a día de hoy”, cortó Lesmes. “Qué es lo que cabe esperar de ellas, ¿qué sentido tiene que se prolongue tanto la decisión? ¿Se gana algo con eso?”. Lesmes entonces llegó a increparle. Pero Ballestero no se amilanó. “Los métodos que aplicamos ahora son los métodos utilizados durante los últimos nueve años por el presidente y han dado buenos resultados. Nunca ha importado el tiempo a dedicar. No entendemos porque ahora esta metodología le resulta tan incómoda al presidente”.
Lesmes entró al trapo: “Estamos hablando de cosas muy diferentes”. Y pidió al grupo progresista. Hablaron Rafael Mozo y Álvaro Cuesta. “Tenemos una lista de nueve candidatos de todos los colores. Que nos vengan con el argumento de que no hay candidatos. Nosotros no somos responsables del retraso injustificado que se está produciendo”.
La vocal Concha Sáez, que había advertido en el Pleno del 8 de septiembre que cualquier negociación requería de un calendario preciso, señaló que estaban en el mismo punto veintiún días más tarde. Un vocal, ya en un conciliábulo desordenado, dijo: “Claro tenemos que poner una fecha, porque si el presidente se marcha…”
José María Macías, que se había erigido el 8 de septiembre en un experimentado negociador para rechazar cualquier calendario, advirtió: “No podemos trabajar así, con esta presión. Y habrá que ver lo que dice el comisario europeo [de Justicia] Didier Reynders que ha viajado a Madrid. Y no solamente Reynders. Él preside una comisión. Habrá que ver lo que dice la Comisión Europea. Él tendrá que dar cuenta a la CE y ésta elaborará un informe y hará lo que tenga que hacer”.
Otro vocal, al otro extremo de la mesa, voceó: “Sí, ¿por qué no? Y esperamos también a ver qué opina la OTAN de todo esto”.
Una vocal, entonces, intentó resumir la situación. “No. Tenemos que fijar una fecha, porque entre medias el presidente se nos va y nos deja colgados. A ver el lunes, el martes, va a ser un poco pronto, pero quizá si lo dejamos para el 5 de octubre y si el 5 tenemos una propuesta. Se lo decimos al presidente y éste convoca para el 6 el Pleno extraordinario. Si en esas fechas no hay nada, entonces la semana siguiente”.
Y para afinar, otro objetó. “La semana siguiente hay puente y la Fiesta Nacional”. Y, claro, Lesmes tiene que acudir al Palacio Real a saludar a los Reyes. “Entonces quedemos mejor el 13”.
“La mayoría ha dado por hecho que la fecha límite es el 13 de octubre un mes exacto después del plazo del 13 de septiembre que el sector conservador logró que el CGPJ incumpliera la ley al negarse a hacer los nombramientos] pero yo no he oído a Lesmes decirlo claramente”.
¿Con Lesmes o con Lesmes renunciado? “Yo cuento con que va a estar. Pero tampoco dijo que vaya a estar. Si piensa dimitir antes hubiera dicho que su compromiso era hasta la primera semana de octubre”, señaló la vocal a este periódico.
El presidente del TS y CGPJ se comportó en este guirigay con calma, casi liberado de tensiones. Pero la procesión iba por dentro. Se respiraba cabreo en la reunión, pero no era un clima bronco. “Un Lesmes pasota”, como dijo otra vocal, “se río mucho casi al finalizar la reunión”.
Fue cuando un vocal le dijo: “Oye, mira lo que están diciendo aquí. La presidenta de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM) pide tu dimisión”. “A ver déjame ver”, pidió Lesmes. El vocal le pasó su teléfono móvil. Lesmes comenzó a leer mientras estaba interviniendo otro vocal conservador.
Y Lesmes le interrumpió: “Mira lo que dice tu presidenta María Jesus del Barco… La presidenta de la APM ha emplazado a dimitir al presidente del CGPJ a la salida de una reunión que ha mantenido con el comisario europeo de Justicia, de visita en Madrid”.
El vocal replicó: “Yo no tengo presidenta, yo tengo presidente”. Lesmes echó una carcajada. “La voy a hacer muy feliz a María Jesús”, replicó.
El sector conservador quiere a Lesmes fuera. “Los que le han hecho la pelota tantos años, los suyos, están deseando que se marche. Ya es un incordio”, dijo la vocal consultada. Si quieren sacarse la presión de los nombramientos que viene ejerciendo Lesmes, ¿desean que ahora le sustituya el presidente de la Sala Primera del Tribunal Supremo, Francisco Marín Castan? Es decir: un sustituto que no ha sido elegido por los vocales, que carece de legitimación democrática, que cae como paracaidista.
Para el sector conservador eso permitiría empezar otra vez con la película y postergar sine die los nombramientos en el TC, la renovación del CGPJ y prolongar la agonía de las dos instituciones.