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Cuando engañan las apariencias

La apariencia. | Pexels

En los primeros años del reinado de Felipe V, de facto gobernaba en España la princesa de los Ursinos, que buscaba afanosamente una nueva esposa de su lealtad para el rey viudo de María Luisa Gabriela de Saboya.

El astuto Alberoni, que ya había seducido al duque de Vêndome, tenía conciencia de que la única manera de influir en el gobierno de España era complaciendo a la princesa.

En el momento oportuno, Alberoni propuso para esposa del rey a la parmesana Isabel de Farnesio que, al parecer, tenía más inclinación por la mantequilla que por el amor. El futuro cardenal la presentó a la de los Ursinos como insignificante y manejable. De ahí que la dama se tomara el atrevimiento de llamar a la nueva reina gorda y de cintura descuidada.

Tal insolencia obligó a Isabel de Farnesio a firmar un documento irreversible expulsando para siempre de España a la princesa entrometida y maleducada… Ni tiempo tuvo de preparar su equipaje. 

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