FRANCISCO GIMÉNEZ SÁNCHEZ
(Director del Instituto Balmis de Vacunas)
Se cumplen cinco años desde el inicio del confinamiento por la pandemia de la covid-19, un hecho sin precedentes en la historia reciente de nuestro país. Ayer, al abrir un cajón en mi consulta, encontré una pantalla facial de fabricación artesanal, donada altruistamente por una empresa a los sanitarios que se enfrentaban cada día a ese nuevo agente del que entonces conocíamos muy poco. La conservo como un recordatorio de aquellos días iniciales marcados por la incertidumbre y la falta de recursos.
Atrás quedaron momentos extremadamente difíciles: la sobrecarga hospitalaria, la desinformación y el ruido mediático, la escasez de material sanitario, el desconocimiento inicial sobre el virus, las ruedas de prensa diarias, los datos devastadores de fallecidos y un sistema sanitario al borde del colapso… y muchos otros episodios de los que casi nadie se acuerda ya.
También han quedado en el pasado los “iluminados”: expertos que conocían remedios, aprovechados y otras especies de la fauna de las redes sociales han caído en el olvido o han tenido que reinventarse en algunos casos. Paradójicamente, incluso alguno que propuso la lejía como una buena medida contra la covid ha vuelto a ganar unas elecciones.
La pandemia dejó un saldo de más de 150.000 muertes en España, posiblemente muchas más no contabilizadas oficialmente. Más allá de la cifra, el impacto fue profundo: sufrimiento generalizado, pérdidas irreparables, daños neuropsicológicos en la población, secuelas de la covid prolongado y un sistema sanitario severamente debilitado.
A pesar de lo que puedan decir algunos dirigentes políticos, en España la administración pública respondió mal y tarde a la pandemia cuando ya sólo el martillo duro, el confinamiento estricto, podía ser efectivo, lo que costó muchas vidas. Así lo avala un informe técnico del Ministerio de Sanidad, en el que se identifican la falta de preparación, deficiencias estructurales y una pobre coordinación como los principales problemas.
La vacuna más grande es el conocimiento.