El 17 de febrero de hace muchos años, nuestra madre me llamó para que le acompañase a comprar un televisor en los Almacenes Fuentes Guerra, de Córdoba: Telefunken o Iberia eran las dos únicas marcas. Y elegimos Iberia, por ser más nuestra y más asequible, como se elige la inmediatez de un amor que está al alcance.
Mi madre quería dar una sorpresa a la familia y el más asombrado fue nuestro padre cuando vio el aparato en la sala de estar, revestido de cretona roja para que no se rayase la pantalla: -“Chiquilla, ¿cómo vamos a pagar esto?
Madre firmó delante de mí 36 letras de cambio, pagaderas mensualmente a 150 pesetas, que el esfuerzo, la Providencia y los sueños cumplirían. La Carta de ajuste llenaba casi todas las horas blanquinegras de la pantalla y a mi abuela le gustaba sentarse enfrente de la nada.
El 17 de febrero de todos los años es el aniversario de la muerte de nuestra madre, que tantas letras firmó para que nosotros viésemos Galas del sábado, Un dos, tres o Un millón para el mejor… En nuestra carta de ajuste familiar nunca podremos calcular tantos amores.